El próximo 20 de noviembre empieza en Qatar un Mundial de fútbol extraño y polémico. La máxima competición de selecciones se disputará en otoño, tocando a las puertas del invierno. Una rareza que tiene un razonamiento climatológico: las temperaturas en el desierto del Golfo Pérsico son más soportables que en verano, la época habitual de la cita. Lo que es más difícil de digerir, y que indigna a millones de aficionados del fútbol que ven más allá del deporte de la pelota, sin embargo, es que el país anfitrión sea un referente espantoso en materia de derechos humanos, con su posición contra los colectivos LGTBI+ o el maltrato de los operarios que han levantado las instalaciones en las que tendrán lugar los partidos. Mirándolo bien la elección de este país parece una vergüenza insostenible, pero la pelota está a punto de rodar. Y no pasará nada.

A pesar de este panorama tan convulso, jugar un Mundial es uno de los hitos más increíbles para un futbolista de élite. Y la gran mayoría de ellos no hacen demasiado caso a las noticias extradeportivas: quieren jugar y punto. Durante estos últimos meses de temporada con sus clubs había dos milagros que muchos de ellos pedían a sus santos favoritos: el primero, no lesionarse. Y el segundo, ser uno de los escogidos por el seleccionador. Una combinación ganadora, como si te tocara el Euromillón. Es el caso, por ejemplo, de Ansu Fati... o de otro compañero del Barça, el valenciano Ferran Torres. Los dos se marchan con gran alegría, por la elección y para hacerlo como líderes de la tabla clasificatoria.

Piña del Barça por la victoria en Pamplona / @ferrantorres

Ferran Torres y Sira Martínez, muy enamorados

La elección del delantero culé generó críticas en la meseta. ¿Mirándolo bien, qué elección de un jugador del Barça no lo hace? El madridismo, muy picado porque Luis Enrique Martínez no llamara a Sergio Ramos (al que Florentino Pérez echó del Real Madrid, que a nadie se le olvide), le ha dicho de todo al entrenador asturiano y al propio jugador. El clamor más habitual es de tipo personal y familiar: Torres es la pareja de Sira Martínez, la hija jinete del ex jugador del Barça y ganador de un triplete en su época de míster en el Camp Nou. Nepotismo, enchufado, etcétera, etcétera. Llantos y llantos. Mezclar cuestiones y enredarlo todo, el cuento que nunca se acaba. Parece que no pueden soportar que un culé sea feliz, ni dentro (líder) ni fuera del césped. Y la realidad es que el valenciano y la catalana, que empezaron a salir cuando él jugaba en el Manchester City de Pep Guardiola, están muy enamorados.

Ferran Torres y Sira Martínez / GTRES
Luis Enrique / Europa Press

El último abrazo a Ferran Torres con uno de sus amigos más fieles

El caso es que Ferran ya está concentrado con el resto del seleccionados en la ciudad deportiva de Las Rozas, al lado de los Sergio Busquets, Gavi, Jordi Alba o Ansu Fati (también víctima de ataques asquerosos). Un par de días de entrenamiento y se marcharán todos e Ammán, en Jordania, donde disputarán un amistoso antes de tocar tierra en Qatar y jugar el primer partido el día 23 contra Costa Rica. Torres se ha despedido de sus seres queridos antes de dejar su casa, claro. Y a los que más echará de menos serán sus perros, es un gran amante de estos animales. Uno de ellos le ha regalado el abrazo más tierno. Tierno e intenso: no le ha dejado prepararse en su última sesión de gimnasio casero. "Así es muy difícil", le confiesa a su pareja.

Un mes sin los amigos más fieles pueden hacerse muy largos. Eso sí, tiene asegurado un recibimiento de campeonato. Gane o pierda.