Es una de las grandes incógnitas del caso Rocío Carrasco: el papel de su actual marido, Fidel Albiac. La mujer lo ha defendido durante el último capítulo de la serie, mientras explicaba cómo y cuándo se conocieron (birlándole al novio a una amiga). Le ha dirigido una declaración de amor en toda regla: "cono él llegó la luz, la ilusión, el amor, el apoyo, llegó la comprensión". Unas palabras que chocan frontalmente con las pocas pero reveladoras informaciones sobre el abogado sevillano, señalado no sólo por Antonio David Flores, su enemigo número 1, si no también por periodistas como María Patiño. Rocío habrá encontrado luz y comprensión con su compañía, pero parece ser de las pocas afortunadas. El resto lo percibe como un personaje nada transparente y con aires manipulador. Ahora, con el estallido del escándalo, podemos añadir otra característica: perturbador.
Es lo que provoca observar su reacción frente a los periodistas cuando le preguntaban por el horripilante testimonio de maltrato y violencia contra su pareja: Fidel ha sido asaltado por los medios de comunicación mientras recogía en su coche a Anabel Dueñas, la protagonista del musical sobre Rocío Jurado producido por el matrimonio y de la que circulan teorías turbias sobre una abducción total. Al abrir la puerta del vehículo y escuchar las preguntas sobre el estado de Rociíto, el hombre reía y emitía gritos de burla absurdos y fuera de lugar, tratándose de un tema tan doloroso y controvertido. No es fácil encontrar explicación coherente a la escena, la verdad. Algunos la justifican diciendo que ambos se han liberado después de décadas de infierno, pero incluso así resulta inquietante. Una postura mucho más comedida o incluso el silencio público que le ha acompañado durante casi toda su trayectoria parecería mucho más adecuado. Pero así es Fidel. Un enigma que genera sospechas. Cada vez que vuelve a la primera línea, hace fruncir el ceño al espectador, sobre todo a los imparciales. Algo no cuadra.
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Mientras Antonio David Flores hace ver que está destrozado, Fidel va por la vida risueño y cómico. Podría parecer normal, una victoria. Pero después ves las lágrimas y el horror en televisión y piensas: vaya ojo el de Carrasco.