El de este lunes ha sido un El Foraster más especial que nunca. Siempre lo es, porque siempre es maravilloso conocer buena gente nueva que se va encontrando el bueno de Quim Masferrer en los pueblos que visita, siempre es una delicia conocer las historias de vida de los diferentes vecinos que nos llegan al corazón y nos tocan el alma, a menudo emotivas, divertidas, sentidas y únicas. Pero es que El Foraster de este lunes 23 de diciembre, a las puertas de la Nochebuena, ha sido un regalo. ¿Por qué? Porque por primera vez en la historia, en los más de cien programas emitidos, Quim visitaba la Catalunya Nord, concretamente Prada de Conflent, horas antes de encender la famosa llama del Canigó. Un programa especial que ha emocionado a los espectadores catalanes, plantados delante de los televisores, con un increíble 24,3% de cuota de pantalla y hasta 600.000 espectadores acumulados, liderando el prime time de la noche y siendo el programa más visto del día también en la plataforma 3cat.
"Me pregunto si notaré el calor de la gente, pero sé que con una pequeña llama es suficiente para hacer el fuego mayor de todos", dice Quim solo empezar. Y tanto que encontró calor. Un calor y un amor por la tierra, por Catalunya, y por la lengua, el catalán, que nos emocionó a todos. Historias que nos pusieron la carne de gallina, como la de Felip recordando a su abuelo, cómo él y la generación de su abuelo llegaron a sufrir castigos físicos... por hablar catalán. Felip explica con crudeza cómo "en la escuela había una placa de hierro esmaltado que decía 'Tened las manos limpias y hablad francés'... Copiaba cien veces 'Je ne parlerai pas catalan'. Mis abuelos sufrían castigos físicos. A veces les hacían poner de rodillas encima de un trozo de leña roto, un cuarto de hora, rodillas ensangrentadas, ridiculizándolos".
Un Masferrer emocionado que ha sabido que en la Catalunya Norte, decir "bueno" es una barbaridad, que los vecinos reivindican su catalanidad a capa y espada, que ha visitado la cuna de Catalunya, el lugar donde nació Guifré el Pilós, mientras nadie reivindique lo contrario y que nos ha tocado la fibra siendo testigo privilegiado del encendido de la Llama del Canigó, que cada Sant Joan ilumina los Països Catalans:
El Foraster, un programa único y necesario. Ayer más que nunca.