Trabajar juntos muchos años hace que en los pasillos de una empresa se forjen a fuego amistades de por vida. Laia Ferrer y Marta Bosch son íntimas amigas desde que hace muchos años se conocieron compartiendo platós, redacciones y salas de maquillaje en TV3. Las dos excelentes periodistas, durante muchos años dedicadas a la información deportiva (la de Vilassar presentando aún los deportes en el TN Migdia y la de Barcelona siendo la reportera a pie de boxes cuando TVC tenía los derechos de la Fórmula 1), ya hace tiempo que aprovechan la mínima ocasión para ir juntas a disfrutar de la vida y de los pequeños placeres de una cena entre amigas, una copita donde explicárselo todo y unas horas de sol y agua en una calita.
Este fin de semana, nueva oportunidad para hacer las maletas hacia un destino idílico que ya han visitado anteriormente, la isla mágica de Ibiza. Ellas dos, acompañadas de una tercera amiga, han quedado deslumbradas por el sol y las bondades de ses illes, en lugares paradisiacos como Santa Eulalia del Río, desde donde se hicieron estas fotos:
Pero todo lo que es bueno se acaba. Habrá una nueva oportunidad, sin embargo, para volver a reír y pasarlo bien con la mejor compañía. El verano todavía ni lo hemos empezado. Pero de momento, la escapadita de fin de semana ha llegado al final. El domingo por la noche, tocaba decir adiós, o mejor dicho, hasta la vista, a una isla donde han vivido 48 horas maravillosas. Y para despedirse, Marta Bosch ha hecho una de las fotos más preciosas que recordamos en la red los últimos tiempos. Porque si una cosa hay en Ibiza, son unas puestas de sol MARAVILLOSAS. Allí parece como si el sol se pusiera con charm, con más estilo que en ninguna otra parte del planeta. La periodista estaba aprovechando las últimas horas de sol, y de recreo, cuando ha asistido a una imagen alucinante. Unas barquitas, un mar en calma, un sol reflejado en el agua, unos tonos anaranjados que emocionan y dos palabras: The End.
No se puede superar. Una de aquellas imágenes donde más vale callar y no decir nada más y quedarse contemplando la belleza en su estado puro.