La decisión del Tribunal Supremo de autorizar la exhumación de los restos del dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos ha cogido a contrapié a aquellos a la derecha de la derecha española. Llámenle extrema derecha, ultraderecha o recontraderecha. Da igual. El caso es que este sector ideológico, tan próximo en la figura de Franco y nostálgicos de aquella época negra de la historia, ha recibido la noticia como un puñetazo sorprendente y doloroso. No porque no llevemos meses y meses de idas y vueltas con el tema, sino porque estaban demasiado ajetreados con el relato de las detenciones independentistas del 23-S. Y claro está, no se han podido contener. Siguiendo el hilo de su líder Santiago Abascal, el traslado de los restos no es una exhumación, sino una profanación.
Este es el discurso que ha utilizado Intereconomía, uno de los medios más afines del espectro. Del político y del paranormal. Éste último cambiará de ubicación y descansará (y esperamos que nos deje descansar) en el cementerio de El Pardo-Mingorrubio, al lado de su mujer, Carmen Polo. El Supremo no ha permitido que le lleven a la catedral de Almudena, tal como insiste la familia, y leyendo la información de su web parece que los magistrados se han pasado por el forro el carácter "inviolable" de la tumba, "tal y como dictan los Acuerdos entre España y la Santa Sede". Amén. También hemos visto el juicioso mensaje de Hermann Tertsch, entre las muchas reacciones a la noticia.
Así, pues, estamos ante una profanación que, además, aseguran sus adeptos que llega justamente antes de la campaña electoral para inclinar el voto hacia los socialistas. Qué país les está quedando: Profanadores, terroristas catalanes, feminazis, jueces 'sociatas'... Para salir corriendo. "No caerá esa breva", por desgracia.