El álbum de cromos del caso de asesinato frustrado de Josep Maria Mainat se va llenando poco a poco. Especialmente, el apartado que hace referencia a los personajes colaterales de la historia: dos concretos, Alina y Gabriel. La rusa ha entrado como un ciclón y ya es famosa gracias a T5, con una intervención en 'Sábado Deluxe' que es historia de la tele. La astróloga ha hecho miles de kilómetros en tres días: de montar el pollo en casa del productor y Angela Dobrowolski, presunta asesina en grado de tentativa, a los calabozos; de allí a Madrid para visitar el plató de Jorge Javier Vázquez y a volver a toda prisa en Barcelona, ya que tenía una cita en la Ciutat de la Justícia. Se juzgaba por agresión a Gabriel, su exnovio y, según dijo, prostituto que mantenía una relación con la mujer de Mainat. Él, el acusado. Ella, la víctima. ¿El absurdo? Verles salir juntos de sede judicial. El circo se ha instalado durante unos minutos en Hospitalet de Llobregat, donde hemos puesto cara al venezolano.
La salida de Gabriel ha provocado un episodio de acoso sin escrúpulos por parte de los medios de comunicación. Telecinco, evidentemente, lideraba la persecución a la pareja. Con una capucha y mascarilla, el hombre (que parece haber sido absuelto por su delito) intentaba zafarse del bombardeo de la prensa. Angustiado, desbordado y seguido de cerca por Alina, a la que llamaba "mi amor". Gabriel ha rechazado, sin embargo, la historia de su pareja: "Soy mecánico", no escort, y "Angela no me pagaba". Nuevo giro copernicano en este laberinto absurdo, obsceno y con transfondo trágico. La rusa perdía los nervios y gritaba "dejádnos en paz, hablaremos en privado, han sido días durísimos". Vaya. "Manolete, Manolete," le podrían cantar. En cuanto al hombre, la cosa ha llegado a un punto que ha lanzado un golpe a una de las cámaras que le perseguían mientras buscaba un taxi para ir a Pineda de Mar, donde tiene familia. Eso sí, ha tenido paciencia para soportar las provocaciones de los reporteros, que le decían "¿quieres que te llevemos en coche?". María Patiño, desde la comodidad del plató, disfrutaba del numerito y buscaba hurgar más, y más, y más. Dantesco. La red, contundente.
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La presa está herida y la hemorragia guía a sus cazadores. Veremos cuándo les dura el minuto de gloria.