Gabriel Rufián es uno de los políticos más conocidos de todo el arco parlamentario. El portavoz de Esquerra Republicana de Catalunya en el Congreso de los Diputados tiene una serie de características que lo hacen inconfundible: independentista catalán de familia andaluza, azote de la derecha españolista y una capacidad discursiva y tuitera que hace hervir la sangre de sus rivales ideológicos. Cuándo toma la palabra no deja a nadie indiferente, cosa que no pueden decir la mayoría de los diputados de la cámara española. Muchos de ellos llegan a su escaño para pasar la mañana o la tarde. Él no: te guste o no aquello que defiende (o ataca), sabes que su intervención tendrá repercusión. Y que más de uno saldrá calentito del hemiciclo.
Este 8 de febrero de 2022 es un día muy especial para este hombre nacido en Santa Coloma de Gramenet: le toca soplar velas. Una cifra redonda e importante: cumple 40 años. La celebración es más que merecida, mirando el recorrido vital, personal y profesional que lo ha llevado hasta aquí. Un camino que arrancaba en el cinturón rojo de Barcelona en una familia de profundas convicciones políticas. Sus padres, Antonio y Pepi, pertenecían a una organización comunista. Y Gabriel siempre los ha tenido muy presentes, en todos los sentidos. Tardó, sin embargo, en aterrizar en el mundo político, después de graduarse en una diplomatura en Relaciones Laborales en la UPF. En 2012 se estrenaba en este ámbito al entrar en el universo de 'Súmate', una entidad independentista formada por castellanohablantes.
A partir de allí la figura del republicano fue creciendo y creciendo sin descanso, entrando a formar parte de ERC e incluso de la Assemblea Nacional de Catalunya. El resto de la historia la conocemos todos, y sigue escribiéndola hoy en día y, probablemente, por mucho años más. Lo que quizás no es tan conocido es cómo era aquel Gabriel en su infancia, un niño que las crónicas dicen que era muy tímido y que no destacaba por todo aquello que lo ha hecho famoso: una capacidad oratoria extraordinaria. Por eso la fotografía que ha sacado de su archivo personal conmemorando una fecha tan especial resulta enternecedora y muy representativa del hombre en el que se ha convertido: un pequeño que levantaba el puño izquierda sin complejos, como ha hecho durante décadas. Por cierto, celebra la fecha en los 4 idiomas oficiales del estado. Tres de ellos, como todos sabemos, son lenguas demoníacas para sus enemigos. Por eso todavía tiene más valor.
No es el único documento infantil que encontramos hoy de Rufián, quien por cierto es también padre de una criatura a la que dedica todo el tiempo posible fuera del Parlamento. El digital Vanitatis nos ofrece otra de un gran valor documental. El retrato de una generación en una zona muy determinada como la Santaco de los 90. Con una camiseta imperio y un grupo de amigos del barrio, el diputado levanta el dedo a la cámara, quizás pidiendo la palabra. Un gesto que ha repetido tantas y tantas veces, aunque ahora ya no tiene que hacerlo: ahora se le escucha, sí o sí.
Por muchos años, Rufián. Larga vida, y mucha caña. La que das cada día.