Hubo un tiempo en que Jordi Évole no era Jordí Évole. Era "El Follonero". Andreu Buenafuente lo tenía de mosca cojonera para decirlos a los invitados lo que muchos pensaban, a riesgo de que estos pudieran molestarse o no estuvieran habituados a que entre tanto masaje televisivo alguien les cantara las cuarenta. Pau Donés todavía se acuerda de cuándo le dijo que todas sus canciones sonaban igual:
Ahora, muchos años después, el reconvertido en periodista especialista en temas de denuncia ha analizado la que sin duda es la imagen de la semana, la de un Gabriel Rufián moiseanesco con los brazos estirados asistiendo al aplauso de los diputados de PSOE, PP y Cs después de que el ministro Borrell le dijera que llena el Congreso de "serrín y estiércol".
Escribe el periodista en La Vanguardia que el diputado de ERC es un experto en sacar el máximo provecho a los focos y a las redes sociales: "ahí está el diputado, pendiente siempre de la cámara que le pueda estar enfocando. Rufián practica una antinaturalidad estudiada. Su pose forzada, teatral, sobreactuada, le ha hecho triunfar. Con un guion burdo pero eficaz. Con una provocación macarra propia de reality show, capaz de sonrojar al propio Joan Tardà, que el miércoles en el Congreso no sabía dónde meterse, por más que luego tuviese que salir a dar la cara por su compañero de fatigas". Évole practica el complicado arte de bailarle el agua a la hora que le lanza algún zasca. O al revés, utiliza un verbo florido para peinar a Rufián al mismo tiempo que le enjabona.
"Abre telediarios, telenotícies, periódicos… Hasta este artículo del que él mismo ya encontrará la manera de burlarse. La arrogancia (diría que postiza) de Rufián me recuerda a la del mejor Mourinho. Aquel Mourinho del que Guardiola dijo que en la sala de prensa era el “puto amo”. Pues Rufián es el puto amo del Congreso". Pues "el puto amo del Congreso" le ha demostrado que también lo es de las redes. Évole asume que Rufián "ya encontrará la manera de burlarse de este artículo". Y la manera que ha escogido el político es la diplomacia irónica:
El periodista, a quien el procés no hace perder el sueño, critica a uno de los máximos defensores de la independencia por decir que se marcharía en 18 meses y no cumplirlo y en el fondo, le dice que es mucho más envoltorio que contenido: "Lo que más me llama la atención de la declaración (mucho más que la promesa incumplida, que ya no es novedad) es que Rufián deja muy claro que él piensa en imágenes, no lo esconde. Conoce muy bien el mundo en el que vive, sabe que para conseguir minutos de tele es mucho más importante el postureo que una sesuda iniciativa parlamentaria".
"Queda Rufián para rato. Y cuanto más la líe, más esperaremos su próxima actuación. Sólo corre el riesgo de que sean los suyos los que dejen de reírle las gracias". Los que no le ríen las gracias a Évole son algunos lectores que han comentado sus palabras: