La joven que ilustra este artículo tendría que ser una figura memorable para los amantes de la televisión y de los realities. Sin embargo, estamos seguros de que el 90% de los lectores más expertos en la materia no la reconocerán. Es realmente complicado, porque en 10 años ha completado una transformación física despampanante, radical, no ha quedado ni el chasis. Hablamos de toda una ganadora de 'Gran Hermano', una de aquellas caras que, quieras o no, se quedan en la memoria de los televidentes por insistencia catódica: la catalana Paula González. Tenía 20 años cuando entró en el circo de Telecinco, y ahora ha cambiado de decena... y de aspecto. Una metamorfosis que se ha ido materializando lenta pero decididamente.
Paula, rubia, risueña, de carácter afable, pero también con un punto cañero, desapareció del mapa una vez salió de Guadalix de la Sierra con el maletín de 'GH' lleno de billetes. Alguna entrevista en 'Sálvame', una portada en 'Interviú', incluso un intento de triunfar en el mundo de la música como cantante. El éxito no la acompañó en este último reto, se ha quedado en disc-jockey. No ha vuelto a pisar un plató de televisión, tampoco ha explotado demasiado su pasado televisivo. Se ha dedicado a crear su negocio en las redes sociales. Ha pasado de dependienta de una tienda a Barcelona, a estrella de la tele y ahora a creadora de contenido, con más de 400.000 seguidores. Gracias a esta ventana hemos podido ir siguiendo la evolución de sus retoques estéticos, una de sus aficiones más visibles. Algunos son más bestias que otros. Paula era así.
"Llevo implantes en los pechos, rinoplastia, relleno en los labios, bótox en la frente, extensiones de pestañas, microblading de cejas, uso peluca y le pongo filtros a todo lo que pillo hasta parecer Pikachu".. Así se definía hace tiempo González, que incluso ha cambiado de nombre artístico. Ahora es la Chleopawtra, su marca como influencer. Se instaló a finales de 2023 en Amsterdam, después de un paso breve por Costa Rica. El paraíso de Centroamérica no le acabó de convencer, demasiado tranquilo y de naturaleza virgen. Ella es más urbanita... y de más artificios. En Holanda, país donde la libertad individual es emblema, se siente como pez en el agua. Era "la ciudad de mis sueños", y lo está cumpliendo.
González nos ha dejado de piedra con su transformación física, está absolutamente irreconocible. Todo ha cambiado, desde la uña del pie al último de su pelo. La fisonomía también ha mutado de manera ostensible, se trata de un trabajo fino-fino. Cualquier semblanza con el suyo "yo" original es pura coincidencia. Pero no podemos asegurar que el proceso haya finalizado, ni mucho menos. Quién sabe si la próxima vez que hablemos de ella encontraremos una versión diferente. La 4.0, como mínimo. A Paula no hay quien la pare.