Nos encontramos con una Gemma Nierga feliz y emocionada. Acaba de terminar su nueva sección en 'La Mañana de Radio 4', titulada "Un café de ideas" y con la que se ha adentrado en un terreno (aunque parezca increíble) del que ha estado alejada en los últimos años de su carrera profesional: La política "pura y dura". Una aventura que le está gustando mucho, a pesar de la convulsa situación política del país. No es impostura. Ella es una mujer de retos, y ha encontrado uno enorme aplicando toda su experiencia personal y profesional para intentar extraer alguna verdad a los diferentes representantes políticos que pasan por su micrófono. Una tarea complicada y que "todavía no he conseguido del todo", pero que le anima. Sí que lo consigue y con creces en su vertiente televisiva, entrevistando a los padres y madres de los famosos en 'Els meus pares' (22:45h, TV3). El primer capítulo de la nueva serie se estrena en unas horas, y reconoce que los debuts siempre son jornadas especiales. Tan especial como este espacio, humanizando a gurús mediáticos como Jorge Javier Vázquez o Toni Soler, estrellas de la música como Miquel Poveda o gente del teatro como Roger Pera, el capítulo inaugural de la segunda temporada. Se siente orgullosa del trabajo que han hecho, del resultado del programa y del recibimiento del público. Y no sólo en términos de audiencia, que fue excelente, sino en cuanto a los sentimientos que despierta cada una de las entrevistas. Y ella es una maestra absoluta en llegar al corazón de los que tiene en frente y de los que la miran o la escuchan.
Pusisteis el listón muy alto en la primera temporada, en todos los sentidos. Es complicado no sentir un escalofrío de emoción al recordar episodios como el de Bruno Oro, Xavi Hernández o Andreu Buenafuente.
Es cierto. Una primera temporada está llena de incertidumbres, de pruebas. Pero vimos que funcionó, y no sólo hablando de audiencia, sino por la respuesta emocional. Eso de que se te ponga la carne de gallina. La gente no sabe si has hecho un 24 o un 13, la gente recuerda que le has llegado al corazón. Y hemos descubierto que hablar de padres y madres nos une: Todos pensamos en los nuestros, en cómo nos educaron, lo que nos transmitieron. Yo tengo a mi madre fallecida, y cada vez que alguien me hablaba de su madre sentía un poco de envidia. Y esta identificación es el éxito del programa. Son famosos, sí. Pero en el fondo ser una celebridad es lo que menos importa. Todos han tenido detrás un padre y una madre que les ha reñido. Que les han marcado un límite. Todos. Aunque seas Jorge Javier Vázquez o Andreu Buenafuente. Y ese es el valor más importante del programa: Que nos habla de nosotros.
¿Personalmente, tú como madre también has aprendido a poner límites?
¡Y tanto! Creo que los periodistas cuando hacemos nuestro trabajo estamos aprendiendo de la vida, explicándola, relatando lo qué pasa. ¡Estoy aprendiendo a ser madre! Porque bebo de madres de una generación muy diferente a la nuestra. Entrevisto a madres de 90 años, y te explican cómo educaban, cuáles eran los límites. A nuestra generación nos han educado con límites, pero no sabemos aplicarlos. Y es un regalo que hacemos a nuestros hijos. Cuando protestan porque sólo les dejo poner los videojuegos durante una hora, les siento en el sofá y les digo: ¡Os estoy haciendo un favor! Hemos malentendido educar con flexibilidad, nos hemos olvidado de hablar con los hijos y poner límites claros.
Quizás eso es lo que más engancha del programa, ¿verdad? Ver cómo personajes relevantes de primera línea son humanos, carnales, con familias que han tenido que estar al pie del cañón para educarlos y convertirlos en quienes son hoy en día.
Exacto. Son de carne y hueso, a pesar de ser personas que estén acostumbradas al aplauso. En este programa huimos de eso, y nos centramos en el proceso educativo, las normas, la realidad de un padre y una madre que ayudaron a conseguir lo que han conseguido. ¡Y detrás hay mucho esfuerzo! Mira, entrevistaremos a la madre de Poveda, una mujer que se ha pasado la vida trabajando a los hogares de los otros, y que de sopetón voz que su hijo ¡quiere ser artista! ¡Una mujer que tenía que contar las pesetas para llegar a final de mes! Y como ella, cuando hoy en día va al Liceo y ve a su hijo, dice: "Qué bien he cantado hoy". En primera persona. Eso es lo que define a una madre. La mía, por ejemplo, cuando yo hacía el 'Hablar por hablar' en la SER, y escuchaba a un oyente que me decía "hola Gemma, buenas noches," mi madre decía: "Este nombre lo he puesto yo, se me ocurrió a mí. Y ahora los oyentes le llaman por este nombre". También es un homenaje a una generación: Padres y madres que no lo pasaron nada bien. Sufrieron la posguerra, no vivieron en democracia la mayoría de años de su vida. Y por muy famoso que sea su hijo o hija, y que les invite a hoteles de 5 estrellas, nunca se olvidan de que pasaron una guerra.
Arrancamos con una familia muy especial, la de Roger Pera. Lo mires por dónde te lo mires.
Mucho. Una familia dedicada al teatro, el padre y el hijo. Eso lo encontramos pocas veces. Pero tienen maneras muy diferentes de ver la profesión. Encontraremos a una familia que ha sufrido y que no se esconde. Ni problemas ni debilitades, y que están muy unidos. Es muy bonito encontrarte con una familia que no huye de estas situaciones que pasan en todos los hogares, como las adiciones, y que quisieron hablar en el programa. Y encontrarás a un Joan Pera muy serio, que cuando habla como padre no ves nunca al Joan Pera cómico, actor, que quiere gustar, que quiere aplausos. Sólo ves al cabeza de familia que ha tenido que luchar mucho. Nunca le había oído hablar con esta seriedad y gravedad.
A lo largo de tu carrera radiofónica te habrás encontrado con situaciones de todo tipo, ya que siempre has tocado los problemas personales. ¿Pero cómo es la gestión de las emociones en la tele? ¿Cambia algo?
Tengo el máster del Hablar por hablar. 7 años escuchando, poniendo las emociones en primer término. ¡Desde que tenía 22-23 años! Me ha acompañado toda la vida, y ahora que hago entrevistas políticas en Radio 4, aunque hablemos de contenido político denso, duro, crispado, nunca olvido el aprendizaje de tantos años de radio nocturna, escuchando al otro. Sería bueno que mucho periodistas pasaran por la radio nocturna, la radio de empatizar. Es complicado gestionar las emociones cuando una familia te abre su corazón, tienes que tener una delicadeza y un respeto, porque aunque sea televisión no quieres hacer espectáculo. Que la familia cuando vea el programa no se sienta incómoda. Porque quizás dijeron algo que nos daría un punto más de audiencia. Pero si pensamos que les puede incomodar, no lo haremos nunca. Es una máxima.
En el caso de grandes tótems como pueden ser Jorge Javier Vázquez o Toni Soler, con la proyección pública que tienen, ¿este cuidado es más evidente? ¿Incluso por parte de ellos?
Es verdad. Quizás les incomodaba un poco más abrirse. Hablo más de Toni que de Jorge Javier, que ha hecho más entrevistas personales. Toni no. Con él hicimos 'coach' juntos. Y eso une. Comimos juntos en su casa un arroz que preparó su madre. No te diré que seamos amigos, pero nos tenemos cariño. Y Toni tenía mucho pudor e iba mucho con cuidado con lo que decía. Y le entiendo, él no es nada de exhibir emociones. Pero como escribió un libro sobre la muerte de su padre, teníamos una pauta por dónde ir, aunque el programa va mucho más allá. Hablamos mucho de la madre, de su hermana, de la soledad que sintió cuando murió el padre, de cómo no supo transmitir la pena que sentía por la muerte... En el caso de Vázquez, es que va siempre con el freno de mano puesto, aunque no lo parezca. Y por ejemplo, en el caso de Àlex Gorina, que fue muy generoso, descubrimos a una madre que se separó en una época en la que nadie se separaba. O Màrius Serra, que la madre tiene 90 años y vive en una residencia, y que fue a comprarse unos trajes para venir a la entrevista. Este programa es un regalo, te permite saber cómo ha sido la vida real de los personajes.
Dejemos la tele de lado y hablemos de la otra nueva aventura en la radio, "El café de ideas".
Me ha colocado en un terreno del que había huido, que es el de la información política. Durante los últimos años no lo había hecho, y ahora, cada mañana, hago entrevistas de política pura y dura. ¡Y me está gustando! ¿Verdad que sorprende que alguien diga que le gusta la información política en estos momentos tan crispados? Me gusta porque es importante colocar el espejo a todos los políticos ante su discurso. Y para mí es un reto sacarles de las consignas, de los argumentarios. A todos. A Lorena Roldán, a Laura Borràs, a Miquel Iceta. O a Carles Riera, a quien acabo de entrevistar. Riera me ha dicho al acabar: ¡"Qué duro ha sido!" Yo le he dicho, "Carles, no, quizás os habéis acostumbrado a leernos el programa electoral, y eso no puede ser". Es un trabajo muy difícil, eso sí. No inteno desmontar el discurso, sino que entre en contradicciones. Acabo agotada, pero lo disfruto.
Has vivido situaciones complicadas a lo largo de tu vida por culpa de los políticos. Por ejemplo, lo que pasó con tu discurso después del asesinato de Ernest Lluch. Aquellas palabras conmovedoras, llenas de razón y actualidad: "Ustedes que pueden, dialoguen". Te atacaron, se creó un clima muy desagradable, porque no sólo hablabas de un político y de un muerto por el terrorismo. También lo hacías de un amigo. Y este mensaje, en un contexto de banalización de la violencia en Catalunya, es absolutamente actual y desgarrador.
Exactamente. Aquellas palabras apelaban a establecer puentes, a la convivencia. Y es lo que Ernest decía. Por eso escribí estas palabras. "Gritad, que mientras gritáis no matáis". Me salieron de las entrañas. El detonante que me hace decir eso es cuando me comunican que Aznar no quiere que Ibarretxe esté en la cabecera de la manifestación. Con Ernest muerto, y ellos discutiendo quién tiene que ir en primera fila. Me trajo problemas, sí, y hubo una parte de la derecha que piensa que me obligaron a decir eso. Era tan ofensivo encontrar a políticos del PP (que yo tenía de colaboradores del programa y eran amigos) que insistían con aquello de "¿quién te ha llamado, Felipe González o Polanco?" Y yo que siempre he pecado de ingenua, no entendía nada, las críticas, la desconfianza. Tampoco la repercusión positiva: Al día siguiente, al llegar a la radio, todo el pasillo de la redacción estaba lleno de flores. Ramos de flores de agradecimiento, de todas partes. Me colocó en medio del punto de mira de las críticas, incluso ciertos medios de la derecha boicotearon mi presencia, pero la oleada de solidaridad fue tan grande que anuló las críticas. Pero hubo gente que eso no lo perdonó, y que han vaciado de significado la palabra diálogo , o la han querido vaciar.
¿Y eso es lo que te encuentras hoy en día haciendo política?
El enquistamiento es la tónica general, sí. Todo el mundo está en su trinchera, y no hay manera que los políticos te digan lo que piensan. Es muy triste. No te quieren dar a un titular que dé problemas. En privado te lo dicen: No te lo diré porque los míos se me tiran encima. Y yo que vengo de fuera de este mundo, me choca mucho más y no tolero que me lean el argumentario. Por mí y por mis oyentes. Aunque no siempre lo consigo. Cuando menos, que mi mirada de perplejidad les incomode. Sólo quiero que digan lo que piensan de verdad, no la "verdad" absoluta.
Ahora tenemos en el horizonte nuevas elecciones generales, pero especialmente la sentencia del juicio del procés. En un ambiente enrarecido, con operaciones policiales, un discurso muy duro que habla de violencia e independentismo... Has tenido un contacto muy directo con Jordi Cuixart, escribiste el libro "Tres días en la prisión". ¿Cómo ves esta situación?
Con Cuixart nos hemos hecho amigos, y no le conocía. Mira, no me mojaré mucho sobre lo que tiene que pasar. Ya tenemos a mucha gente opinando sobre el tema, en un sentido o el otro. Pero personalmente, sí que te puedo decir que querría que la sentencia absuelva a Jordi Cuixart. Me gustaría mucho. Por el vínculo personal y porque lo que ha hecho no merece dos años de prisión preventiva: Es injusta y desproporcionada. En todo este tiempo no he descubierto la razón de la prisión preventiva de Cuixart y el resto de encarcelados. No la encuentro.
El acercamiento a Jordi también te ha supuesto nuevos ataques por parte de los partidarios de castigar al independentismo.
¿Sabes qué? Como estoy en redes lo justo, las críticas furibundas no me llegan. No quiero saber qué se dice. Estoy en Twitter pero con un nombre que no es el mío, sólo para leer opiniones que me ofrezcan algo positivo. No me interesa que me digan que soy 'indepe' ni que blanqueo a Cuixart. Tampoco que me aplaudan y digan "que bien que hayas hecho el libro". Las dos cosas me debilitan. Soy sensible a la crítica, pero a la adulación personal también. Si he aprendido algo es que tenemos que trabajar las debilidades. Las redes sociales son un precipicio. Entran ganas de tirarte. Y yo huyo. Porque no trabajas con la misma distancia. Claro que he leído titulares atacándome. Pero me lo tomo como quien oye llover.