¿Crecida? No, crecidísima. Georgina Rodríguez se ha transformado junto a Cristiano Ronaldo: cualquier parecido con aquella dependienta de origen humilde y familia inestable es pura coincidencia. Desde que empezara su idilio con el crack portugués, la de Jaca ha pasado from zero to hero, del anonimato a pasearse por la vida como una reina. La corona la ha pagado Cristiano, la promoción también. Ella recoge los frutos y los aprovecha, claro, que no es tonta. El documental 'Yo soy Georgina' de Netflix, del que ya tenemos dos temporadas, es el mejor ejemplo. Exhibicionismo puro, sin complejos... o con muchos complejos y un curioso métodos para enterrarlos: con pasta gansa. Esto deforma cualquier personalidad.
Un hecho que, conociendo a Cristiano y su forma de relacionarse con el mundo, no es extraño. Lo que sorprende, sin embargo, es que Gio haya sublimado estos efectos hasta límites delirantes. ¿Un ejemplo? La forma de tratar a sus amigas. Tiene un grupo que se llaman "las queridas". Seguro que las quiere mucho, ¿pero a qué precio? Pues al de la humillación, la burla, la falta de respeto. Hay que decir que las colegas aceptan desprecios y ofensas, pero que se lo traguen no quita que no resulte asqueroso de observar en público. Sí, en público: tanto que lo exhibe en el documental. Vaya gracia.
Georgina maltrata a sus amigas, lamentable actitud
Los ponemos en situación: durante un encuentro de amigas, la Cristiana se vanagloria de unas botas carísimas que le han regalado. Rodríguez tiene miedo de que el nuevo calzado le haga daño en los pies, y le pide a una de sus colegas que las utilice para ensancharlas. "Necesito que los alargues un poco, póntelos y cena con ellos en los pies, para que estén calientes". Parece Cleopatra y sus catadores, pero en una versión más chapucera. La amiga accedía a la petición de la celebrity, y la forma de agradecerlo es una pulla dolorosa: "Estaba embarazada y tenía elefantiasis". No contenta con la afrenta, repite el maltrato con un bolso de una conocida y lujosa marca que le acaban de enviar. Lo enseña, pero advierte que no lo cojan con sus manos: envuelve el asa con una bolsa de tela y les exige: "Cogedlo con esto". La grasa corporal le da asco. Tamara Falcó estaría orgullosa.
La guerra entre Gio y la suegra Dolores Aveiro por un cuadro con Cristiano Ronaldo
Las humillaciones de Georgina también tienen otra destinataria. Esta, sin embargo, es más sensible. El digital Look explica que se trata de la suegra, la madre de Cristiano, Dolores Aveiro. La relación entre ellas no es buena, y después de conocer el episodio vivido en la mansión de La Finca, en Madrid, no es extraño. El salón de la casa estaba decorado con un cuadro del jugador y su mamá. Cuando apareció Gio empezaron los cambios: uno de ellos, hacerlo desaparecer. En vez de guardarlo con mimo o ponerlo en otra estancia, la aragonesa va y lo envía al garaje, de cara a la pared. De acuerdo, parece que el cuadro era muy hortera: "Un mosaico negro y dorado que venía a ser una especie de retrato del jugador junto a su madre". Pero seguro que no desentonaba con el resto: el gusto no va relacionado con el dinero, como han demostrado tantas veces. Total, que Dolores descubrió la jugada y lo que es peor: que la nuera había colocado una foto suya en el lugar antes ocupado por el lienzo. Amigas para siempre.
Lo que sorprende es que CR7 aceptara la humillación, sabiendo que tiene la familia en un pedestal. Gio manda mucho.