Gerard Piqué y Shakira no pueden ni verse, ni en la sala del juzgado de Familia que tiene que ratificar su acuerdo de separación. La ley no les obligaba a un acto conjunto. Estaban citados a la misma hora, los abogados pactaron entrar en el edificio por puertas diferentes, una por Gran Vía y el otro por Avenida Carrilet, y ni se saludaron. Una entra, firma y se va, el otro se espera y recibe el OK, pasa tú que ella ya se ha ido. Este acto final de la pareja demuestra un secreto a voces: es mentira que Piqué llorara abrazado a la colombiana en la cocina. La única verdad es que no se soportan. Clara Chía ha hecho mucho daño. La existencia de una tercera persona explica que la pareja no haya cortado de manera civilizada. Hablan a través de los abogados. Una animadversión profunda que cuesta entender que Piqué haya cedido a perder a los niños.
Shakira tuvo el dudoso gusto de lucir como un anuncio de la empresa que la patrocina, Burberrys. El forro de la chaqueta muy a la vista en las fotos publicadas en todos los países del mundo. Un spot mundial de la marca en todas las revistas del planeta. El look de Pantoja, gafas oscuras king size, ropa negra y los cuadros característicos de la marca que la paga. Piqué con el look de bad boy, camisa tejana, ropa holgada y gorra de béisbol, como uno de los muchos ni-nis que van a declarar cada día a la Ciutat de la Justícia por pequeños hurtos. Ni hablar americana y corbata. Dos maneras de enfocar la separación, la diva despechada y el adulto con complejo de Peter Pan. Firman y callan. Lo que firman es que Milan y Sasha se marchan a Miami, lejos de la familia, los amigos y el entorno donde han vivido 9 y 7 años. Shakira se los ha hecho suyos, especialmente al mayor. Las fotos haciendo surf en Cantabria son un claro ejemplo. Piqué no tiene este álbum de felicidad familiar:
La cara de Milan es de euforia total. Lejos de Barcelona, donde le asedian los paparazzis y los compañeros de escuela que le hablan de Clara Chía, la novia de su padre más joven que la maestra de la seva clase. Milan siempre ha estado más unido a la madre, se le parece físicamente y nota más lo que pasa con sus padres, en casa y en Barcelona. Sasha, el pequeño, clavado a Piqué, siempre unido a su padre, acepta hacer lo que hace al hermano mayor, mudarse a Miami. Piqué no tiene ninguna foto así reciente con los niños. No los saca a hacer actividades con la prensa atenta. Está haciendo descompresión porque viene una etapa dura, vivir sin sus hijos. Habrá un vuelo transoceánico entre padre e hijos. Un drama. Piqué ya gritó a los cuatro vientos "Amar es dejar ir". Los niños son muy felices con la madre y él tiene pareja con quien compensar el mal trago de la soledad familiar. Unas fotos que explican que Piqué haya firmado que los niños se vayan. Lo hace por ellos. Y es el último acto de amor hacia la persona que más ha querido: Shakira.