Los culés todavía alucinamos por lo que vivimos este domingo por la noche en la final de la Supercopa. Un partido que pasará a la historia, no solo por el cuánto, un 2 a 5 insultante, sino por el cómo, con un juego escandaloso, absolutamente superiores al Madrid, y todavía gracias para ellos que expulsaron al portero del Barça, porque la cosa iba camino de un 1 a 8 tranquilamente, y no es cuestión de forofismo. La lección, el baño de los de Hansi Flick a los de Ancelotti es de los que dieron la vuelta al mundo. Y en una final de la Supercopa de España.
Un partido con muchas imágenes para el recuerdo que hizo pensar al barcelonismo en las goleadas históricas como el más reciente 0-4, el 2 a 6 del Bernabéu o el 5 a 0 del Barça de Guardiola al Madrid de Mourinho que nos regaló una imagen icónica, la de la manita de Piqué mostrándola eufórico a la grada del Camp Nou.
Un Piqué que si una cosa tiene es que disfruta de las victorias blaugranas como nadie, moja pan y no se corta a la hora de celebrar los títulos y las palizas como la de ayer, y más, si son contra el eterno rival. Lo hacía cuando era jugador del primer equipo del Barça, así que imaginen ahora que ya no se dedica y no tiene que mantener las formas como a veces hacen muchos jugadores en activo, por el que dirán y bla, bla, bla. Al excentral blaugrana le resbala lo que piensen de él y a la mínima que puede, saca a pasear el cachondeo. Y los culés, enamorados con él y sus acciones. Como la última que ha hecho, celebrando justamente el triunfo de ayer en la Supercopa. Un triunfo que lo cogió lejos de casa, en un acto sobre la Kings League en el que también estaba un rival de toda la vida, el eterno capitán del Madrid, Íker Casillas. ¿Y qué hizo Piqué? Una manita en sus morros:
Ver la mano de Gerard Piqué después de que el Barça le meta 5 al Madrid es siempre la guinda del pastel para los culés. Maravilloso.