No hay jugador en el panorama internacional que hable más claro que Gerard Piqué. Incluso habla cuando calla. El central del Barça es una rara avis y huye de los tópicos que rodean al mundo del fútbol. Difícilmente oiremos de su boca expresiones tan poco originales como "el fútbol es así", "no hay rival pequeño" o "unas veces se gana y otras se pierde". Cuando el jugador catalán habla, sube el precio del pan. Cuando el "3" del Barça se detiene en la zona mixta, prepariéndose para titulares jugosos.
Decir lo que piensa cuándo lo piensa le ha costado más de un disgusto. Por mojarse sobre la cuestión catalana sus casi dos metros han sido lapidados desde los medios unionistas. Se le ha silbado por lo que es, por lo que representa, por lo que hace, por como vive y por lo que dice. Pero a Piqué nadie le cambiará y seguirá diciendo la suya. Incluso, cuándo no abre la boca. Eso es lo que ha pasado las últimas horas, cuando un silencio suyo eterno ha sido la respuesta más surrealista posible a la batería de preguntas que le ha hecho una reportera del programa Sálvame a las puertas de su casa. Un zasca a la curiosidad de la periodista en forma de cara de circunstancias.
Situamos el contexto. La Cadena SER avanzaba hace poco que Piqué había sido denunciado por la Guardia Urbana después de que una patrulla haya parado su vehículo en una calle de un barrio de Barcelona, y hubiera descubierto que circulaba conduciendo sin puntos. Para marear la perdiz, Piqué fue expedientado por un juzgado y ahora la Dirección General de Tráfico asegura que el futbolista sabía que no podía conducir.
En el programa Sálvame han visto dónde mojar pan y han enviado a una de sus reporteras, Laura Lago, a la casa del jugador. Allí se ha encontrado con un Piqué que ha llegado andando a su casa, como un peatón más. La reportera explica, haciendo sangre, que "Me consta que el club le ha dado un toque por su comportamiento por boca de su entrenador. Además, ha tenido una oportunidad única de demostrar su arrepentimiento durante los cinco minutos de conversación y preguntas". En una cosa se equivoca Lago: no han sido cinco minutos de conversación. Sólo ha habido preguntas.
La surrealista escena ha sido digna de un culebrón de mediodía. Sólo faltaba música de sustos con cada mirada de Piqué a la reportera y algunos primeros planos. Porque durante todo el rato que ha tenido lugar el encontronazo, inesperado por parte del central, buscado por parte de la colaboradora de Sálvame, sólo hemos oído las preguntas que le iba haciendo ella y el silencio del jugador. Miradas de incredulidad? De complicidad? De estoy hasta las narices? La cosa se ha vuelto hilarante, sin embargo, cuando ella le iba recriminando su comportamiento al jugador azulgrana y el ejemplo que tiene que dar y le iba haciendo recomendaciones de trabajos sociales que podría hacer por el bien de la comunidad como penitencia por su incívico comportamiento ciudadano al volante. Vaya, que Lago ha sido más mosca cojonera que la DGT. Puedes ver el sublime "diálogo" cliqueando encima de la foto.
"Ábreme la puerta, que me están bombardeando a preguntas"... Gerard Piqué no había sufrido tanto desde las acometidas de los atacantes de la Roma en la pasada Champions.