Gerard Piqué no se ha escondido y ha ofrecido todo tipo de explicaciones a raíz de la filtración de los audios privados con el presidente de la Federación española de fútbol, Luis Rubiales, en los que trataban el nuevo formato de la Supercopa de fútbol, que ahora se disputa en Arabia Saudí a cambio de una morterada de millones. La empresa del central culé, Kosmos, fue la catalizadora de este cambio en la competición. Y como consecuencia de su gestión profesional, ha recibido una comisión millonaria que ha levantado polvareda. Mucha. De hecho, mucha más que en el 2019, cuando esta noticia se hizo pública pero nadie se escandalizó como está pasando este 2022. Las conversaciones han añadido el barro necesario para provocar el avivamiento mediático, así como otros episodios de comisionistas que salpican a dirigentes muy importantes del PP de Madrid, Ayuso y Almeida. Todos a quemar a Piqué para tapar las miserias propias. Un clásico intemporal que siempre vuelve.
El debate, más o menos artificial, más o menos fundamentado, continuará a pesar de las explicaciones que el futbolista y empresario catalán ofreció a través de su canal de Twitch, en el que aceptó las preguntas de todos los periodistas del panorama estatal. Piqué defendió la honorabilidad, transparencia y decencia de las gestiones que llevaron a cabo, y lo hizo con su contundencia habitual. Incluso tuvo un pique con el presentador de la COPE Juanma Castaño, que le recriminaba el conflicto de intereses por ser jugador y empresario al mismo tiempo. "A veces parece que vives en otro mundo, chico. Ya te digo yo que sé separar los negocios del fútbol. Es tirar mierda por tirar mierda". 100% Geri.
Buena parte de la intervención de Gerard se llevó a cabo en castellano, ya que muchas de las preguntas eran de informadores españoles. Pero también hubo espacio para el catalán, faltaría más. Un hecho que provocó otro clásico, el de los insultos y desprecios por hablar en su lengua materna. Catalanofobia en abundancia, airada y sin sentido. El cóctel de españolistas, monolingües y mononeuronales era anoche perfecto: Piqué, odiado por ser catalán, del Barça y tachado de indepe, en la diana... minutos después de la derrota del Barça contra el Cádiz en el Camp Nou, sentenciando virtualmente la Liga a favor del Real Madrid. Pulsaciones a mil por hora, bilis rebosando en cada orificio, dedos rápidos tecleando insultos y sandeces de la España plural, y tal: "En Español, que estamos en España subnormales".
Marc Lesan recogía y compartía en Twitter la montaña de ofensas contra Piqué, el catalán y Catalunya que adornaron la comparecencia del azulgrana. La retahíla es muy sintomática de la España que les está quedando este 2022: Una grande y ultra. Cosas como "en Castellano polaco", "habla español independentista", "estás hablando en latín", "habla en un idioma real" y muchas 'ñ' utilizadas como arma arrojadiza, demostrando que hay quién se lo 'curra' bien poco. Pobrecitos.
Este es el nivel. Bajo cero y bajando. Continuará (desgraciadamente).