Es como una especie de pesadilla para los que nos gusta el fútbol de clubs: tercer parón por partidos de selecciones desde que ha empezado la competición. Eso ha provocado que, por ejemplo, Xavi Hernández esté entrenando en familia sus primeros días como técnico del Barça.
Otros entrenadores, sin embargo, aprovechan que no hay partidos de Liga para hacer un break y volver a casa. Es el caso de Pep Guardiola, que ha dejado el lluvioso Manchester para aterrizar en la lluviosa Catalunya de estos días. El entrenador del City ha ido hacia tierras gerundenses después de participar en un torneo de golf benéfico en la lucha contra la ELA en Sant Cugat con su hijo Màrius, con Joan Laporta o con Juan Carlos Unzué.
Después de reencontrarse con viejos amigos por una buena causa, fue hacia las instalaciones donde se entrena el Girona FC, en La Vinya, para saludar a su homólogo en el banquillo gerundense, Míchel, los jugadores, como Stuani, y otros que tuvo a sus órdenes, como el polaco Robert Lewandowski, estrella del Bayern de Munich, que precisamente está concentrado con su selección en tierras gerundenses para el partido que los enfrenta el viernes a Andorra, clasificatorio para el Mundial de Qatar.
Después de la visita, tocaba hacer una comida como Dios manda. Aunque en Manchester no destaca precisamente su gastronomía, seguro que Guardiola y su familia comen muy bien. Pero nada como la cocina que hay en Girona, y que históricamente encabeza siempre las listas mundiales. Desde El Bulli de Ferran Adrià, hasta El Celler de Can Roca, sin olvidar otros genios como Pere Massana, con una estrella Michelin, y su Restaurant Massana, en la capital gerundense.
La carta de delicatessen que tienen es de las que quita el hipo. Obras de arte en forma de platos que sólo de verlos provocan salivación.
Un festín que hace llorar de la emoción si tienes la suerte de ir y degustar, por ejemplo, uno de sus macarons salados. De salmón, queso y fumado al momento. O un estelar arrocito de gamba y calamar. Por no hablar de las kokotxas de merluza con espardeñas al pil pil, del puri de hummus y zanahoria fermentada o de esta invención celestial que es el caviar, blinis, crème fraîche y mantequilla. O de postre, un babà al ron con frutas.
Si miran estas imágenes y todavía no han comido, no lo hagan:
Desconocemos si Pep pidió estas maravillas u otras similares, pero seguro que salió de allí como si hubiera visitado una parte del paraíso.
Quien ha dejado constancia es una de las profesionales que trabajan en el restaurante, una imagen sonriente al lado de su ídolo, "Un grande", agradeciendo el restaurante la visita del mejor entrenador del mundo a su comedor.
Seguro que con el festín ha cogido fuerzas para volver a Manchester con las pilas cargadas de cara al tramo de temporada que se le presenta, luchándole la Premier al Chelsea o el Liverpool y luchando por ser el primero de su grupo de Champions contra el PSG.
Y los catalanes, encantados de que se deje caer de vez en cuando nuestra casa, por su casa.