La Liga de fútbol ha comenzado una nueva temporada. Una de las más extrañas que se recuerdan: la razón tiene nombre y apellido, Leo Messi. El argentino, mito del F.C.Barcelona, ya no está. Se ha marchado a París a jugar en uno de los enemigos de los culés, la constelación de estrellas del PSG, con Neymar, Mbappé, Sergio Ramos y compañía. La catastrófica situación económica del Barça, obra magna de Josep Maria Bartomeu, así como la negrísima mano del presidente de la LFP, el ultra y merengue Javier Tebas, han provocado este terremoto. Los barcelonistas están divididos: muchos todavía no se lo quieren creer, mientras otros miran hacia el futuro con resignación y optimismo. Toda una proeza, la verdad, más sabiendo el estado de las cuentas de la entidad azulgrana.

Los antibarcelonistas han pasado un agosto bien divertido con la escapada del 10. Lo tuvieron cerca en el verano de 2020, pero las maniobras del exmandatario del Barça impidieron abrir botellas de espumoso, mediante una especie de secuestro laboral al de Rosario. El escándalo provocó una moción de censura, la dimisión de Bartomeu antes de ver su cabeza rodar por las oficinas del Estadio y la vuelta esperanzadora de Joan Laporta al arrasar en las elecciones. Un giro de timón que incluso parecía haber hacer cambiar de opinión a Messi. Se quedaba. Pero no. Laporta no pudo retenerlo, ahogado por la deuda. Au revoir. El sueño de los haters culés, como decíamos.

Leo Messi, pasado azulgrana y presente parisino / EFE

Hacer escarnio del Barça se había convertido en el pasatiempo nacional. Madridistas y españolistas no podían ser más felices. Perdón: rectificamos. Los 'pericos' no están tan contentos. Tienen otros problemas que ni siquiera se alivia con la perdida del emblema del detestado vecino. En concreto, un seguidor del RCD Espanyol bastante conocido: es profesor de Economía de la Universidad de Barcelona, hace de tertuliano antiindepe en teles de aquí y allà y de vez en cuando la lía gorda en redes y platós. Gonzalo Bernardos. Ha enloquecido, no puede frenar su ira en Twitter. Primer mensaje, creando confusión. Hablaba del que, para él, es "el peor club" del mundo. El Barça, hemos pensado todos. La tenía 'a huevo'. Pues no. Fuego amigo: "¿Quién es el peor club que trata a sus socios y abonados? El RCD Español". Resulta que tiene un problema con la domiciliación del abono, porque ha cambiado de cuenta bancaria y no le han pasado el recibo. Y ha pasado un mes. O se arregla, o no podrá ver el estreno en el estadio de Cornellà este sábado contra el Villarreal: "¡Es vergonzoso!".

Lejos de quedarse tranquilo, ha continuado machacando a los blanquiazules, luciendo galones: "El maltrato al socio y abonado no es flor de un día. Es desde siempre. Mi padre, que llegó a ser el socio número 2, ya se quejaba. Lo reconozco: hay que ser masoquista". Riadas de lágrimas inundan Twitter. Silenciosas, eso sí. El ramalazo ha continuado con ataques al servicio telefónico del club, con la guinda de culpar al ministro de Consumo Alberto Garzón. Un toque de 'comunistasmalosssss', que nunca falte.

Gonzalo Bernardos enojado / TV3

Aficionados del RCD Espanyol en Cornellà / EFE

La alegría va 'por barrios', está claro. Y los 'pericos' tienen al enemigo en casa. Gabriel Rufián, Sergi Mas, Salvador Illa... haced algo por este hombre, por favor.