El año no empieza oficialmente hasta que te levantas, con resaca o sin, pones la tele repantingado en el sofá y ves el tradicional concierto de año nuevo de la Filarmónica de Viena. La Marcha Radetzky de Strauss sonando a todo trapo a través del televisor. Este año, sin embargo, sin el acompañamiento en directo del público siguiendo el ritmo con las palmas.

Bajo la batuta del director italiano Ricardo Mutti, la Sala Dorada del Musikverein, en una Austria inmersa en un tercer confinamiento por el Covid, ha celebrado la cita más esperada del primer día del año sólo con la presencia de los artistas en el escenario. De los artistas y de algún abogado pluriempleado. Porque entre los músicos asistentes, Gonzalo Boye ha hecho un hallazgo maravilloso.

Gonzalo Boye

Un violinista que si llega a salir sentado con un cuenco de palomitas, hubiéramos perjurado que era el abogado del president Puigdemont. Un doble exacto. Su réplica absoluta. Incluso, él mismo no se ha podido estar de comentarlo, con mucho sentido del humor y autoparodia:

La red le ha dado la razón, le ha aplaudido la semejanza y ha encontrado otras en la misma orquesta:

Ahora, los que tendrían que dejar de tocar el violín sobre la libertad de los presos políticos son los jueces españoles. Pero la música que tocan en el Supremo y compañía es un atentado al buen gusto.