María Teresa Campos ha regresado al foco mediático tras su aparición en la segunda temporada del documental de Rocío Carrasco. Su oportunidad de volver a la televisión. A día de hoy, a sus 80 años, la madre de Terelu y Carmen Borrego vive tranquila en su nuevo hogar retirada de la opinión pública. A día de hoy es noticia de forma indirecta por las peleas familiares y las exclusivas del clan Campos. Los enfrentamientos entre Alejandra Rubio y su tía, los desentendidos entre hermanas por las entrevistas que concede su madre, o recientemente la boda de su nieto mayor, la han colocado en el centro de la polémica.
En ese momento, aunque ella no haya iniciado la polémica, la prensa acude siempre a las puertas de su casa para conocer de primera mano su testimonio. Sin embargo, Terelu y Carmen Borrego quieren mantenerla ajena a todo en un discreto segundo plano. Por norma general, María Teresa Campos suele responder a los periodistas dentro del vehículo de su chofer Gustavo. Ella de copiloto, siempre con su perra Lula sobre sus piernas.
María Teresa Campos infringe una ley de la Dirección General de Tráfico
Siempre que María Teresa Campos baja la ventana, el animal asoma su hocico para curiosear. Sin embargo, esta forma no es la adecuada de llevar al animal ya que es peligrosa tanto para la propia mascota como para el conductor. Puede provocar una distracción y por tanto un accidente. Deben ir en el asiento de atrás o en el maletero debidamente atados. Esta conducta está sancionada por la Dirección General de Tráfico.
El artículo 18.1 del Reglamento General de Circulación habla claramente sobre ello al apuntar las obligaciones de la persona a cargo del volante: "El conductor de un vehículo está obligado a mantener su propia libertad de movimientos, el campo necesario de visión y la atención permanente a la conducción, que garanticen su propia seguridad, la del resto de los ocupantes del vehículo y la de los demás usuarios de la vía. A estos efectos, deberá cuidar especialmente de mantener la posición adecuada y que la mantengan el resto de los pasajeros, y la adecuada colocación de los objetos o animales transportados para que no haya interferencia entre el conductor y cualquiera de ellos”.
Esta incidencia podría suponer una multa de mínimo 80 euros, aunque sin punto de retirada del carnet para el conductor. Lula viaja totalmente suelta por el habitáculo sin ningún tipo de sujeción, por lo que esto podría suponer una sanción grave que equivaldría a unos 200 euros de multa. Si, además, el conductor maneja agresivamente el vehículo, la multa ascendería hasta los 500 euros y seis puntos del carnet de conducir. La mascota siempre debería ir con un sistema de retención.