Lunes de reencuentros. Lunes de vuelta a la escuela. Los más pequeños, por descontado, pero también los profesionales adultos que se dedican a la tele. Caso de la gran Helena Garcia Melero. La presentadora del Tot es mou estaba igual de impaciente por volver al trabajo como los niños y niñas de todo el país que esta noche estaban nerviosos por volver a reencontrarse con sus compañeros y amigos. La Melero tenía motivos de peso para tener mariposas en el estómago, porque si ya de por sí es emocionante el primer día, todavía más en su caso concreto, estrenando nuevo horario. Desde En Blau ya informamos en su momento de que el Tot es mou y el Planta baixa intercambiaban su lugar en la parrilla del día a día. El programa de la Melero pasaba de las tardes a las mañanas y mediodías. Y el día ha llegado este lunes. Nuevo horario, nuevo decorado y la misma ilusión y talento de siempre por parte de la presentadora y los colaboradores, la gran mayoría, nuevas caras. Así ha arrancado temporada Helena, ante un fondo acertadísimo, de color bien azul:
¿Contenidos del estreno? La vuelta a la escuela, el adiós del tenis de Serena Williams, el presunto yihadista detenido en Empuriabrava, el tifón Hinnamnor que se acerca a la costa de Corea del Sur, el informe del ministerio de Interior del Gobierno que vincula independentismo con terrorismo o las cryptomonedas. Un poti poti de temas interesantes y pertinentes, con el rigor habituales y el buen trabajo de la Melero y su equipo en este nuevo formato que dedicará mucho más tiempo que antes a la actualidad del día a día. El programa se ha renovado y finalmente, después de trabajar en los cambios durante el verano, ya se ha empezado a ver por donde irá la cosa. Un verano donde Helena, aparte de preparar la réentrée, ha podido desconectar gracias a unas merecidísimas vacaciones. Unos días de relax total de los cuales sólo ha dejado constancia, vía redes, con una única imagen de una preciosa buganvilla rosa en una de las paredes blancas que decoran la preciosa Cadaqués donde la periodista pasa los veranos desde hace ya muchos años.
Allí Helena ha podido disfrutar de tranquilidad, de rincones maravillosos, de paseos a media tarde o de bañitos reparadores en alguna de las calitas que bañan uno de los pueblos más bonitos del planeta. Bonitos a pesar del incivismo y la ignominia de algunos impresentables, de los que hay allí y en todas partes. Gente que cuando se encuentra en una playa, esparce allí la basura, en vez de hacerlo en el comedor de su casa. Helena ha colaborado este verano en El matí de Catalunya Ràdio aportando su mirada, como hizo a finales de la semana pasada, antes de redebutar en Tot es mou. Lo hizo quejándose, con razón, de que "El incivismo es tan grande que individualmente hay quien discretamente recoge la basura que otros han dejado". Y ha puesto el ejemplo de una mujer que la conmovió este verano y ha compartido con los oyentes lo que ha hecho.
Explica Helena que después de las vacaciones, y antes de empezar el nuevo curso, "tenía ganas de aplaudir la tarea de una mujer anónima que he visto cada mañana este verano en la playa de al lado de casa". Una mujer anónima pero que tendría que ser ejemplo para todo el mundo. Una mujer que ha conmovido a Helena por lo que ha hecho cada día. Explica la presentadora que "diariamente esta mujer, de nombre desconocido por mí, a las 8 de la mañana, cuando las piedras todavía son frescas y el mar calla, se ha paseado por la cala recogiendo con un bastón con una pinza en el extremo, toda la basura que encontraba: cada día a la misma hora, el mismo recorrido y la misma cantidad de desperdicios. Una bolsa de basura llena: una lata, una botella de plástico, una colilla, un trozo de papel, y una bola de aluminio que el día antes debe haber envuelto un bocadillo... Y así, cada día. Aquello que muchos se han dejado, ella lo ha recogido, sin hacer ruido". Es sabido que hay agrupaciones que se dedican a hacer tareas como estas, pero Helena ha querido tener un sentido agradecimiento hacia esta mujer en concreto, "podría explicar dónde estaba, pero no hace falta, porque no es el lugar, sino el gesto, lo que quería agradecer".
Bravo por ella. Ojalá, sin embargo, no fuera necesario que este alma comprometida y admirable, como la mujer que ha visto cada día en la playa Helena, tuviera que salir a pescar porquería con su bastón. La porquería que por desgracia, han dejado los otros.