Uno de los catalanes que más ha triunfado ha sido Eugenio. El humorista tristemente desaparecido ha dejado una herencia multimillonaria, no la de su hijo sino la de los millones de chistes que hicieron reír a todo un país. Y empezando cada gag en catalán: El saben aquell que diu? cuando hablar catalán en España no predisponía en contra. Ahora se publica un libro, Eugenio, que destripa el mito y explica el drama de excesos y tristeza que se escondía tras la sobriedad del genio. La biografía repasa su (mala) vida: un padre castrador, cocaína e infartos. El libro recuerda cómo Eugenio reconocía que el humor de verdad sale de la pena, de los momentos trágicos, para evadirse. Murió encima del escenario, en marzo de 2001 durante una actuación en un piano bar de la zona alta de la Diagonal. Tenía 59 años.

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Se hizo muy rico, llegó a cobrar el doble que Martas y Trece: medio millón de pesetas por gala. Tres mil euros del año 80, cada noche. Todo para él. El atrezzo de cada actuación era barato: un cenicero, un paquete de tabaco y un cubata. Pero la vida lo castigó: quedó viudo a los 38 años con dos criaturas. Se refugió en el personaje, sin cancelar el show ni la noche que enterró a su mujer. Se enamoró de otra chica, la que le vendía los cartones del bingo. Su hijo Jofre reconoce los excesos de su padre: a los 14 años le hacía ir de madrugada a comprarle Ducados. Jofre es el autor del libro y de la frase: "Él había sufrido ya un infarto y no se portaba bien. Fumaba tres paquetes diarios, tomaba sus carajillos y su whisky, coca también, pero jamás perdió los papeles. Yo jamás le vi borracho, pero es cierto que en los últimos años de su vida perdió su yo. Le miraba a los ojos y ya no le reconocía, no era él".

El libro se adentra en dos datos poco conocidos de Eugenio: que sufría depresión y que se refugió en el esoterismo. No se sabe si una cosa llevó a la otra pero es como si el genio enloqueciera: se hizo construir una pirámide dentro de la piscina para practicar "viajes astrales" y estaba convencido de que curaba el dolor de cabeza sólo tocando el cráneo con las manos. El hijo, según recoge el portal Papel, asistía impotente a este proceso de autodestrucción: "Era muy duro presenciar su destrucción. Dejó de creer en él y regaló su vida". Un final triste y un diagnóstico terrible para todos el que fuimos más felices gracias a Eugenio. ¿De qué murió tu padre? Eugenio murió de pena.