Iker Casillas ha entrado por la puerta grande en el matadero del cotilleo. Normal que tuviera miedo de salir en 'Sálvame': la separación de Sara Carbonero ha abierto la veda, y los cazadores de la sabana televisiva se mueren por esta pieza tan preciada. El despiece del "yerno de España" ha empezado, y cada fascículo supera al anterior. T5 lo señalaba como infiel, tacaño y bocazas a raíz de la publicación de una entrevista con el paparazzi Gustavo González hace meses, cuando filtró que la separación era un hecho. Aquella charla fue una bomba que intentó desactivar a toda prisa, pero que con el tiempo ha vuelto a flotar en medio del lodazal. Un barro pegajoso y oscuro, que puede acabar con la reputación del exportero del Madrid, Oporto y la selección española.
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Los comentarios de colaboradores como Kiko Matamoros o la pareja de María Lapiedra giraban en turno al egoísmo de Casillas, que habría tratado a Sara Carbonero de forma lamentable. El futbolista explica cómo pasó de ir al entierro del abuelo de la periodista, justo el día de su despedida del Oporto. Los 700 kilómetros que tenía que hacer para desplazarse y las medidas de la covid en Portugal le sirvieron de excusa. Pero no le compran el relato: la realidad, decían, era que ya no formaba parte del equipo, e incluso se tenía que acreditar como cualquier otro para entrar en el estadio. No le apetecía, y punto. Prefería la fiesta al terreno de juego, su adiós al deporte profesional.
Ahora bien, el golpe más duro de los tertulianos tuvo a la fiesta y el alcohol como eje principal. Dibujaron a un Casillas con una afición, cuando menos, preocupante. Y no es nueva. Todo lo contrario: se remontan en su época como capitán del Madrid, cuando bebía "de gorra" en las discotecas. Normal, decían, siendo quién era, pero lo que no era normal es que no tuviera ningún detalle con los camareros o la sala. Ni una propina de un tipo que ganaba millones. Los dueños de la sala se hartaron y le plantaron la cuenta. "Yo aquí bebo gratis", decía Iker. "Bebías", le respondieron según Matamoros. Las salidas nocturnas eran un dolor de cabeza para su club, pero desconocidas para el público. "Ha estado muy protegido. Tuvo uno o dos accidentes a las tantas de la madrugada en una rotonda. Se silenció." Sara conocía el gusto de Casillas por los 'refrigerios': se ve que cuando iban al pueblo del portero, la única actividad era ir al bar, jugar a cartas y tomar cañas. Después del infarto, sin embargo, ya no bebe cerveza, no le gusta. Prefiere otros productos, aunque asegura en otro audio: "Mi mujer está más contenta porque ya no puedo pimplar". Más adelante, sin embargo, se destapa pidiendo al paparazzi que le hace la entrevista "vino bueno y whisky" prémium. "El whisky caro, para tonterías no estoy".
El retrato es demoledor y va acompañado de una advertencia: vendrán más a explicar otras intimidades. Belén Esteban, amiga de Carbonero, sólo podía decir: "pobre Sara". Mientras tanto, Matamoros lo remataba con una nueva bofetada: "Es un bluff. Se vendía una imagen blanquísima, gracias a Ginés Carvajal, su representante. Con él también fue un desagradecido, cuando hizo un contrato de 10 millones anuales le dio puerta".