Si hay alguien que exprime la vida al máximo, este es sin duda Kilian Jornet. El runner catalán hace lo que quiere hacer y no puede ser más feliz. Vive rodeado de naturaleza con su maravillosa familia, su pareja, la sueca Emelie Forsberg y sus dos hijas, Maj y Maui. Corre por los lugares más increíbles del mundo, sube todas las cimas que puede y tiene unas vistas que no tiene nadie más.
Cuando Kilian no corre, escala. Y cuando no, esquía. Pero no en cualquier pista azul de una estación de esquí. A él lo que le van son las vistas que dejan helados al 95% de los mortales. Y no precisamente porque haga mucho frío, que también. Jornet acostumbra a dejar a sus seguidores con el alma en un puño cuando ven por dónde para. Como. Hay quien al lado de casa tiene un Bar Manolo y una Mercería Pepi y hay quien, como él, tiene unas cumbres espectaculares, llenas de nieve y de rocas. Aprovechando el paisaje que tiene junto al lado de casa, en Noruega, él y un amigo guía han subido arriba de todo y han empezado a bajar por lugares que ponem la carne de gallina.
Él mismo avisaba de que "Las condiciones primaverales en pendientes pronunciadas dependen de la sincronización. 5 minutos demasiado pronto es puto hielo y 5 minutos demasiado tarde es sopa (y el alud es arriesgado)". ¿Y qué hizo?: "Esperar que el sol nos tocara, esquiar hasta el cambio de cara y esperar (o jugar a escalar otras cosas) y repetir"... Como quién dice que baja a comprar el pan...
Si las fotos impresionan, imaginen las imágenes en movimiento: