Tiene que ser difícil ser de Ciudadanos. La mezcla de intoxicación, intolerancia, rencor y fracaso absoluto es un cóctel demasiado fuerte para el organismo, provocando un efecto adverso muy perjudicial: no ven a dos palmos de sus narices. Y lo que tienen enfrente es el fondo del abismo y la desaparición. Inés Arrimadas y aquellos que todavía no han saltado del barco parecen haber dicho 'de perdidos al río', y no sólo no rectifican su estrategia política, sino que la refuerzan. Eso quiere decir disparar toda la artillería, día tras día, contra Catalunya, su identidad y su lengua. Tienen el catalán clavado muy hondo y le dedican el 90% de su tiempo diario a atacarlo. Muy pesado, sí, pero al mismo tiempo revelador sobre de qué pasta están hechos estos supuestos liberales de 'todo a cien', sesgados por naturaleza. La libertad que promulgan siempre atenta contra la de los que no piensan como ellos. Y afortunadamente, son millones los que no lo hacen.
La líder de Cs ha aprovechado la intervención de la diputada en el Congreso Sara Giménez, exigiendo que el Govern de la Generalitat cumpla con las sentencias judiciales que obligan a las escuelas a impartir el 25% de horas lectivas en castellano, para firmar la última andanada contra la inmersión lingüística y el modelo educativo en Catalunya. "El separatismo impide que el español sea también lengua vehicular en Cataluña gracias a años de inacción de PSOE-PP. Nuevas sentencias tumban la inmersión lingüística", y tal. No aporta demasiado, la verdad, pero eso no le ha ahorrado el enésimo repaso pública.
La tozudez de Arrimadas compitiendo con su excompañero Toni Cantó, director de la patética 'Oficina del Español' o sencillamente, "Oficina anticatalana", dice mucho de los naranjas. Están obsesionados y un poco celosos. Y las cosas ya no son como antes, cuando Albert Rivera parecía tocar el cielo del Consejo de Ministros, o incluso ganaban unas elecciones contra los demonios indepes. Entonces todavía alguien se tragaba sus trampas, la propaganda y los 'pollos nuestros de cada día'. Ahora, sin embargo, son tan residuales como aquellos fieles que les dan apoyo. Porque resulta revelador repasar la lista de comentarios a su tuit: los remitentes no son exclusivamente catalanoparlantes, indepes y compañía, no. Ahora el enemigo tiene diferentes caras, algunas de ellas bien conocidas en la formación.
La paliza es general, unánime y sin piedad: "No he visto que el español esté en peligro en Catalunya", "deja de hacer el ridículo", "dejaste abandonados a tus votantes por venir a Madrid", "deja que los catalanes sepamos 3 idiomas pesada"... eso por no reproducir palabras mayores, que también les ha recibido. Como siempre, vaya.
Por cierto, Inés: todavía esperamos alguna reacción a la decisión de tu gobierno municipal en Madrid, homenajeando a fascistas como Millán Astray con aquella alegría. De eso no dices nada, ¿verdad? Claro, es que 'son compañeros'.