A Inés Arrimadas le ha faltado tiempo para encabezar la última burrada unionista contra el catalán: La afirmación conspiranoica de que existen espías que monitorizan "a los niños catalanes en el recreo a las escuelas para ver "en qué lengua hablan" sin ningún tipo de consentimiento". Es el último hit de la caverna, "montar un pollo" por el InformeCat de Plataforma per la Llengua, que deja un dato preocupante para el idioma del país: Sólo un 14,6% de las conversaciones de alumnos de la ESO en el patio son en catalán en las zonas urbanas. A pesar de la contundencia de la cifra, el unionismo (e Inés) no tienen suficiente. Ella querría un catalán al 0%. No sólo eso, querría que ni siquiera conociéramos el dato. El catalán no existe. Son cosas "de gente de pueblo", que diría Manuel Valls.
Arrimadas ve espías al servicio de los peligrosos catalanohablantes, hordas de adoradores de la Gestapo indepe que controlan los idiomas de los centros educativos. Curioso, cuando menos, porque de las falacias de los ataques de maestros a hijos de guardias civiles, ni una palabra. De la connivencia del CNI con el cerebro del 17-A, tampoco. No hay que recordar el show en el Orgullo de Madrid y sus fantásticas fotografías, demostrando su tolerancia. O las bajas de fundadores del partido naranja. En fin, podríamos pasar días refrescando el currículum de la nueva lampista de Albert Rivera en Madrid. Afortunadamente, ya tenemos a Twitter para agilizar el trabajo.
Estamos seguros de la intención del tuit de Arrimadas, la nueva mejor amiga de Losantos: Buscar pelea. Llevaba muchos días sin hacer lo que más le gusta, es decir, dar pena y buscar líos. Vive de la provocación, y es víctima de su espíritu reaccionario y tóxico contra Catalunya. Ella, sin embargo, se mueve muy bien en el fango.