Jordi Díaz es de aquellos actores que sin formación ni padrinos sino por talento, telegenia y morro ha conseguido colarse en la memoria colectiva de los catalanes. De las muchas caras populares del culebrón de TV3, entre los 10 personajes de ficción más icónicos (Eulàlia Montsolís, Salvador Borés, el Peris, Mercè Riera...) toda Catalunya pondría a Fede de El cor de la ciudad. Un vecino del barrio de Sant Andreu faldero, caradura, bocazas, simpático y con un atractivo para las mujeres innegable. Será la nariz, las canas o la voz, pero el actor que lo interpretaba, Jordi Díaz, clavó al personaje. En TV3 le propusieron un reto: pagarle unos meses de trabajo sin trabajar, sin gravar el capítulo diario, con una condición: tenía que engordarse unos 20 kilos. Los guionistas, siempre en busca de un efecto sorpresa, se ingeniaron que Fede sufría depresión y volvía a la serie con el pelo largo, barba dejada y gordo como un pavo. Y no era una barriga falsa: era Jordi Díaz gordo. Aquella burrada de salud, medio real medio ficticia, le ha acabado pasando en la vida real y casi le cuesta la vida. Nacido en Badalona hace 50 años ha repasado este momento pésimo de salud.

Jordi Diaz 16 kilos gordo, El cor de la ciudad TV3
Jordi Díaz TV3

El actor de Badalona ha recordado su drama de salud en una entrevista en Ara dando una causa concreta: la muerte de su madre. Jordi Díaz, parece increíble, reconoce que nunca ha convivido en pareja, no tiene hijos pero tiene un perro. Cuando murió la madre se quedó con una grave depresión "El año 2015 hago 40 años y mi madre muere de un ictus en Málaga después de pasar por cuatro hospitales aquel mismo día, negligencia médica. Después de aquel golpe sentí un dolor inexplicable y me aferré al trabajo para salir adelante. Me hundí, hacía la función de teatro y volvía a casa a llorar. Me abandoné, comía pizza y donuts y en el teatro empecé a tener síntomas extraños. Veía a la gente de lejos pero no de cerca, meaba una orina pegajosa, el brazo lo tenía de color azul. Pero tenía una depresión absoluta. Morirme me daba igual"

Jordi Díaz triste, Instagram

Jordi Díaz sufría depresión, vivía solo, comía porquería y solo trabajaba, hasta que un día petó: "Un sábado después de dos funciones fui al hospital de Can Ruti, me hacen pruebas y tengo el azúcar en 950. Era un coma con patas. Los médicos no entendían cómo podía estar consciente. Me diagnosticaron trombosis y diabetes al mismo tiempo. Con la depresión me convertí en una persona enfadada. Me sentía impotente por no haber estado cuando mi madre se moría. Todo eso me acompaña desde entonces. La crisis de Can Ruti me sirvió para plantearme si quería vivir. La tristeza sigue dentro mío pero me cuesta pedir ayuda, tuve una mala experiencia con un psicólogo y no he querido volver. No tenía ni ganas de trabajar y de todo lo que hacía me quedé solo haciendo un monólogo en el teatro. Sufrí problemas económicos importantes. Ahora he aprendido a convivir teniendo depresión pero tengo un trabajo interior por resolver. La alegría más grande que he tenido es Max, el perro que ha entrado por casualidad a mi vida y que amo con locura".

Jordi Díaz i Max, su pareja canina, Instagram

La madre le dejó y Max l eha salvado. Los que no tienen perro no lo deben entender y los que tienen abrazan a Jordi Díaz. Tantas mujeres querrían abrazarlo y él prefiere la compañía de Max. Los perros sanan.