Se abre el telón. Policías nacionales bajan de varias furgonetas y se acercan a un supermercado que tiene la persiana bajada. Al abrirse el cerramiento, se ve a un buen grupo de personajes encapuchados dentro del establecimiento, uno de aquellos 'badulaques' que se han esparcido como una epidemia por toda Barcelona durante los últimos años. Cualquier espectador inocente pensaría que los agentes entrarían 'a saco' a detener a estos elementos subversivos y sospechosos, especialmente durante una noche de disturbios ante la prefectura de Via Laietana. Pero no. Ni mucho menos. Los agentes que los 'descubren' los tratan con camaradería. Son de los suyos, no queda ningún tipo de duda. De hecho, charlan amistosamente, les dan órdenes y los despiden antes de que el grupo abandone el local de forma todavía más turbia y sospechosa. En la tienda sólo quedan los supuestos propietarios, probablemente asiáticos, que estarían alucinando con la escena. ¿Qué título tendría la película? ¿'Infiltrados', verdad?
El vídeo, que ofrece pocas dudas sobre su verosimilitud, desmonta una vez más los incesantes esfuerzos del aparato del estado para negar la existencia de agentes de las fuerzas de seguridad españolas (parece que guardias civiles, que no 'se han dejado ver' durante estos días) que se hacen pasar por peligrosos y violentos manifestantes 'indepes'. Encapuchados con la única misión de extender el caos en Barcelona para justificar la mano dura y la barra libre de la contundencia policial española. De noche se disfrazan de antifascistas e incendian la ciudad. De día se hacen fotos con manifestantes unionistas y hace visitas guiadas a sus 'lecheras'. La indignación de la red es un clamor, frente a una nueva muestra de la falta de escrúpulos del estado español y su aparato represor.
Seguirán diciendo que no, que todo es un invento para desprestigiar a los cuerpos policiales. Las imágenes, sin embargo, hunden su relato, y los retratan como lo que son: agitadores profesionales al servicio de una ideología.