4 meses pueden parece un suspiro o una eternidad, según lo mires. Para Tamara Falcó, empeñada en montar un bodorrio tan pijo como humillante para sus invitados, el tiempo pasa volando. Que si el vestido, que si el anillo, que si los lavabos portátiles o la lista de boda prohibitiva... Para su novio Íñigo Onieva, en cambio, ocupado con la práctica de la contención y la expiación de sus pecados de la carne, la espera es densa. Se mastica. Desde que consiguiera recuperar a su novia se tragaba cada sapo con cara de cordero degollado y transmutando en el osito del Mimosín. Pero ahora que cree que lo tiene atado y bien atado, escupe. Un cambio meteórico el del madrileño, que se ha convertido en el compañero inseparable de la devoción religiosa de la hija de la Preysler. Un nuevo rol que le ha sumado los puntos que dilapidó con su galanteo innato. Decía que había encontrado la paz interior a través de la oración, pero los demonios lo persiguen.
Demonios con micrófono, cámaras fotográficas y de televisión, en este caso. Bien, él los considera como tal, el resto del mundo les llama periodistas del corazón. Los mismos a los que Falcó trata con amabilidad, con peloteo, con condescendencia también, pero nunca a patadas. Tamara tendrá muchos defectos, pero no oirás de su boca violencia ni arrogancia de la peor clase. Entre otros motivos porque gracias a ellos es una estrella, como fue su madre. Aguantar va en el precio. Y si no tiene el día, con cerrar la boca y dibujar la clásica sonrisa basta. Paz y amor. Se ve, sin embargo, que o no le ha hecho el training a su querido o que el tipo va por libre, cosa que tenemos bastante clara, por otra parte.
Onieva sale de la iglesia sin encontrar la paz: se encara a los periodistas
Los planes de pareja de nuestros protagonistas son particulares. O se van de viaje a todo trapo o te los encuentras asistiendo a oficios religiosos nocturnos en la iglesia que tienen cerca de casa. Como se ha convertido en una costumbre repetitiva, los informadores de agencias no se tienen que romper la cabeza para intentar obtener alguna declaración e imagen que servir a sus abonados. Pues bien, Onieva no predica con el ejemplo. El "podéis ir en paz" con el que los capellanes finalizan las misas es solo un formalismo para él. Ni paz, ni leches. Cuando menos la pasada noche. La peor cara de Íñigo, sin filtros.
Las malas formas de Íñigo Onieva dejan atónita a Tamara Falcó
Las formas del futuro yerno de la Preysler quedan acreditadas en el vídeo compartido por Telecinco. Cortó las preguntas a su pareja de cuajo, con formas del típico chulito de la capi. Un numerito en los morros de la finísima Tamara, que no sabía dónde meterse, justo cuando le preguntaban si había hablando con el cura para preparar el enlace. "Se acabó. Yo nunca voy a responder, dejadnos en paz. Esto ya está siendo muy intenso". Sacaba la manita a pasear como quien se sacude las moscas, de manera muy despectiva. "Adiós, chicos. Gracias. Adiós". No son las palabras utilizadas, claro. Son las maneras de sobrado que no ha empatado con nadie en su vida, pero que se siente legitimado para ir del brazo de una marquesa.
Pueden ver el vídeo haciendo click en la foto y entenderán lo que explicamos.
Está siendo muy intenso, no hace falta que lo jures, Íñigo. Sobre todo gracias a tu comportamiento. Vas bien... para vuelve a acabar soltero.