A la calle. Íñigo Onieva no tiene trabajo, lo han echado. Una decisión drástica y humillante pero al mismo tiempo comprensible. Los seguidores de la vida de Tamara Falcó y de su futuro marido habrán percibido que, desde hace tiempo, el madrileño no trabaja. Viaja por todo el mundo, prepara la boda, se pelea con la prensa... y ya. Basta. De currar, ni por casualidad. Cualquier empresario con medio dedo de frente hubiera tomado la misma medida que Belén Esteban anunciaba en 'Sálvame' hace unas horas, lo han despedido. Ahora es un parado más. Pero no sufran por él, que tiene el futuro resuelto si llega a casarse con la marquesa. Entre el braguetazo de manual y la empresa de su familia se salvará de 'los lunes al sol'.

Cuando Tamara conoció a Íñigo el madrileño era un príncipe de la noche de la capital de España. Un relaciones públicas VIP muy implicado en sus tareas. Incluso demasiado, como todos sabemos. El resbalón festivalero con una guapa joven en EE.UU. le costó el trabajo crápula, la hija de la Preylser le exigió dejar el barro, las copas y la juerga y abrazar la fe religiosa, la oración y la castidad. Como buen muchacho aceptó el castigo y sus jefes lo trasladaron de la pista de baile a las oficinas de la disco. Sí mantuvo otro trabajo, el de relaciones de un grupo de restauración exclusivo que gestiona dos establecimientos: el Tatel y el Totó. Pero los escándalos mujeriegos le han acabado pasando factura, y no es extraño: uno de los socios y propietarios es el hermano de su futura esposa, Enrique Iglesias. Onieva no lo sabía, pero había firmado su sentencia de muerte... y el finiquito.

Tamara Falcó / GTRES
Íñigo Onieva, príncipe de la noche / Telecinco

Enrique Iglesias echa a Íñigo Onieva de la empresa, humillación a dos meses de la boda

La empresa Mabel Hospitality, participada por Iglesias, Rafa Nadal y Pau Gasol, entre otros, ha registrado movimientos internos definitivos. Ha entrado un nuevo CEO y la primera medida ha sido propinar una delicada pero contundente patada en el culo a la carrera laboral de Íñigo. Onieva, que se ha marchado a Lourdes a reflexionar mientras la Falcó lloriqueaba a Carolina Herrera para que le hiciera el vestido de novia, ya sabe que muy pronto volverá a vender lavadoras, neveras y tostadoras en CEMEVISA, la firma familiar dedicada a la distribución de electrodomésticos. ¿Qué hará allí concretamente? Ni idea. Si las cosas tuvieran lógica lo veríamos de comercial, es lo que mejor domina. Pero claro, ahora con el estatus de marqués consorte, a saber. Lo que sí sabemos y no necesitamos confirmación es que detrás de este despido hay una mano totalmente identificable: la del clan Preysler.

Enrique Iglesias / EFE

La familia Preysler en guerra contra el futuro marido de Tamara Falcó

Ni Isabel, ni Julio José Iglesias ni ahora Enrique soportan a Íñigo Onieva, tiene la cruz marcada a fuego por infiel, mentiroso y poco fiable. Julio dijo esto tras verlo morrearse en el Burning Man con una amiguita: "Mi hermana merece otro tipo de hombre, que esté a su altura en cuanto a sentimientos y bondad. Mejor que esto haya pasado antes de la boda". Después llegaría la reconciliación y todo el show, pero no se ablandó: "A quien le tiene que gustar es a ella", afirmaba. Pobre defensa de su futuro cuñado, que ahora ha quedado totalmente humillado por el otro hermano cantante. Podría haberlo salvado, pero lo ha dejado caer a menos de dos meses del gran día. Enrique mueve a los hijos y envía un mensaje clarísimo a su hermana Tamara: no nos gusta. No es de los nuestros. Si tú lo compras es tu problema, nosotros lo queremos lejos.

Julio José Iglesias / GTRES

Íñigo, la que te espera. Tiene más cerca el divorcio que los papeles de boda.