Íñigo Onieva se ha largado de España para celebrar una de sus numerosas despedidas de soltero. El destino es Budapest, la capital de Hungría. Una ciudad con vida nocturna y una oferta de placeres adultos importantes. No es ningún secreto, los entendidos en esta materia lo saben. Y Onieva lo es, como sus colegas, organizadores de la fiesta. La expedición aterrizó ayer y se pusieron manos a la obra con celeridad, no es cuestión de perder el tiempo. La mala noticia, sin embargo, es que al futuro marido de Tamara Falcó le han chafado la guitarra, le han pinchado el globo, la escapada se ha convertido en un infierno. Uno tecnológico, molesto y potencialmente peligroso.

Resulta que Onieva, que fue despedido de su trabajo en la cadena de restaurantes de Rafa Nadal, Pau Gasol o su cuñado Enrique Iglesias, está intentando establecerse por su cuenta en el mundo de la hostelería. Lo que sea para no tener que volver a casa de su madre cabizbajo a hacer de comercial de distribución de electrodomésticos. Un lucrativo negocio familiar que paga casas en La Moraleja y caprichos de alto standing, pero que no luce demasiado al lado del título de marqués consorte. Por la razón de que sea una empresa del sector tenía su contacto telefónico, y a causa de un movimiento torpe ha quedado expuesto. Lo incluyeron en un grupo gigantesco de Whatsapp durante unos interminables minutos, poniendo sobre la mesa su número personal. Una información delicada que algunos miembros de la lista han hecho pública, provocándole un gran dolor de cabeza.

Íñigo Onieva de fiesta / Telecinco

Filtran el número de teléfono personal de Íñigo Onieva en un chat

Íñigo se ha convertido en uno de los personajes favoritos de la carnaza del cotilleo; él ha puesto de su parte liándose con Tamara, primero, y poniéndole los cuernos y mintiéndola a la cara, después. El giro copernicano del perdón de la hija de la Preysler, la expiación de los pecados a través de la oración y tantas y tantas situaciones surrealistas que se han ido sucediendo desde hace meses han acabado de coronarlo como un príncipe del gossip. Y claro, tener "línea directa" con él en estos instantes es muy goloso. Ni que sea para tocarle las narices, gastarle bromas o incluso por objetivos menos agradables. El consuelo de Íñigo es que no ha sido la única personalidad con proyección mediática que se ha visto implicada; también había chefs de renombre y empresarios de prestigio. El chat quedó borrado al darse cuenta de la magnitud de la tragedia, pero ya era demasiado tarde. Dicen que se sube por las paredes en Budapest, un desastre.

Tamara Falcó e Íñigo Onieva mirando el móvil / GTRES

Onieva, despedida de soltero en Budapest pendiente del móvil

Lo que le ha pasado a Onieva tiene su qué: uno de los requisitos para formar parte de la juerga centroeuropea y masculina era la prohibición de utilizar los teléfonos móviles. No se fía ni de sus íntimos, una locura. Imaginen, por lo tanto, cómo ha caído la noticia de saber que su móvil salta de un terminal a otro descontrolado. Y peor todavía: mientras tendría que estar pasándoselo de coña al estilo Jack Greaslish, el móvil no deja de sonar y de hacerle la puñeta. Tiene una opción clara: cambiar de número. Un trámite pesado y que, en estos momentos, le va fatal de la vida. Pero es eso o volverse loco con la pantalla. Acabará lanzándolo al Danubio.

Íñigo Onieva / GTRES

Mala idea: vete a saber si Tamara está detrás de esta historieta. Estaría bien jugado, justo durante el revival de soltero peligrosete de un futuro esppso con antecedentes. Todo podría ser.