Guste más o menos, el formato del Gran Hermano hace años que sirve como el escaparate perfecto para unos personajes que la televisión ha sabido exprimir al máximo. Ni siquiera hay que remitirse a los que llegaron más lejos en el concurso, porque la vida demuestra que ganar tampoco garantizaba nada más que un maletín con algo de dinero. Sin embargo, nada aseguraba tampoco correr la suerte de Kiko Hernández o Marta López en eso de hacer de la tele una forma de vida. Las oportunidades se tienen que saber aprovechar, aunque también se tiene que valer.
En cualquier caso, el equipo de Zeppelin ya sabía por dónde tenían que ir los tiros, y es que en un programa como este es esencial hacer un casting variado y atractivo. Y de personajes, la séptima edición tuvo unos cuantos. Tenían que estar a la altura de un GH 6 con figuras tan imborrables como Bea 'La legionaria' —"si me quiero tirar un pedo aquí, me lo tiro"— o Nicky —"¿dónde están los papeles de la paella?"—, y lo consiguieron. Ejemplo paradigmático: la andaluza Inma Contreras.
La granadina, que entonces tenía 29 años, solo necesitó su vídeo de presentación para dejar la audiencia boquiabierta. Licenciada en Biblioteconomía en paro que destacaba por una estética arriesgadísima. Según explicaba, de pequeña sufría insultos para ser una niña gorda, y fue a la edad de 13 que nacía, como ella misma sentenciaba, "una nueva Inma". Nueva por el aspecto que todavía hace dieciocho años mantenía, en un claro ejercicio de adicción en el maquillaje. "Me encanta maquillarme. Disfruto". No hacía falta ni que lo dijera. Sombras y delineados de ojo y labios imposibles que acompañaba con colores flúor e indumentarias estrafalarias a más no poder. Una especie de Lady Gaga del sur peninsular de la época, pero en 'choni'.
Desgraciadamente, su concurso no duró mucho a pesar de partir como una de las favoritas de la temporada. 28 días son los que duró dentro de la casa de Guadalix después de incontables enfrentamientos con Beatriz Gómez 'La marquesa', una mujer de 42 que acabó abandonando de manera voluntaria porque no la soportaba a ella, la más lenguaraz de los habitantes. En ningún caso podremos olvidar, sin embargo, como Inma la increpaba con un tanga en la mano mientras recitaba aquello de "La elegancia la llevo yo, no tú. Vieja. Que eres una vieja amargada". Poético.
Si alguien tenía miedo de perder el sueño por este conflicto que por poco no llega a ser de escala mundial —nótese la ironía—, puede quedarse tranquilo. Y es que ambas volvieron a coincidir un lustro después, cuando Telecinco emitía la edición Gran Hermano: El reencuentro para parejas que, como ellas, tenían algún asunto pendiente de resolver. Se reconciliaron, pero tampoco duraron mucho en el concurso. Fuera again. Una lástima. Ahora bien, si alguna cosa impactó a los espectadores de la reaparición en escena de Contreras, fue su cambio físico en cuestión de cinco años. Mismo rubio oxigenado, pero un maquillaje mucho más sutil y, por descontado, favorecedor.
Desde esta última oportunidad en la telerrealidad han pasado ya trece años, pero gracias a las redes sociales hemos podido saber de la apariencia actual de la reina estatal del 'chonismo'. Si no nos fallan las cuentas, ahora debe estar cerca de cumplir los 50. Con todo, todavía sigue luciendo su característico pelo platinado, aunque ha mantenido esta presencia más relajada. Ni rastro de la filosofía del más es más que en el inicio de la década de los 2000 la convirtió en una más de los pseudofamosos que los televidentes de Mediaset deseaba ver en pantalla.
Mucho mejor. Quien diría que entre la última de las imágenes y la primera hay casi veinte años de diferencia. Y que la más reciente no es la más antigua. Un glow up en toda regla.