El intento de violación y asesinato de la profesora Laura Luelmo en Huelva ha removido la opinión pública. Se han sentido especialmente vulnerables las mujeres jóvenes que quieren salir solas a pasear o a correr como hizo la víctima. En un fenómeno paralelo al #MeToo algunas dicen "Yo también he sentido miedo" yendo sola por la calle o directamente "Yo también he estado a punto de ser violada". Es el caso de Irene Montalà. La actriz catalana, pareja del también actor Miquel Fernández y madre de su hijo, tiene un blog en la revista Woman dónde escribe de lo que quiere y ahora, removida por la muerte de Laura, se ha abierto. Ha escrito con detalle el intento de violación que sufrió hace años en los lavabos de un local de Les Rambles de Barcelona. Lo ilustra con este foto de ella duchándose, difusa, fantasmal:

Da miedo oírla escribir "Cómo casi a todas las mujeres que conozco me he sentido en peligro por un hombre". El relato del intento de violación transmite el pánico que padeció una más joven Irene en aquel sótano en La Rambla. Montalà iba sola de noche y tenía ganas de ir al lavabo, entró en una pizzería y bajó al WC del sótano. Escribe Irene Montalà: "Ni siquiera cerré con pestillo. Sólo quedó encendida la luz de mi baño. Escuché un ruido muy sutil, como de papel (...). Sin mover mis pies, me agaché muy lentamente. Allí estaba. Un hombre, vi el reflejo de sus gafas, agazapado, esperándome. Me abalancé a la puerta para cerrarla con el seguro. Él también se abalanzó. Forcejeamos. Era un hombre muy alto, muy grande. No logré verle la cara. En el forcejeo, la puerta me golpeó la cara tan fuerte que al día siguiente tenía una parte de mi boca totalmente negra. Y grité para que alguien me oyera. Grité tan fuerte que se me escuchaba arriba en el restaurante. Grité tan fuerte que mis gritos se oían desde la calle.Nadie bajó. Nadie".

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Su escrito tendría que poner alerta a toda la ciudadanía, los que cenamos tranquilamente una pizza en Les Rambles y oímos un grito lejano. Irene Montalà explica que su agresor sexual huyó y ella se quedó allí sola, sentada en la taza, temblando:Yo jamás dejé de gritar. Me contaron, que el hombre salió por su propio pie. Todo el restaurante en silencio mirándolo. Mis gritos seguían. Salió andando y cuando llegó a la puerta de entrada, echó a correr (...) No podía apenas hablar. Temblaba. Me subieron arriba y todo el mundo me miraba sin articular palabra. Me sentí observada, avergonzada. Me dieron una tila. Sola en una mesa con cincuenta ojos encima de mí, magullada y sin poder dejar de temblar. Me fui".  No presentó denuncia. ¿Contra quién? y arrastra secuelas.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Un repaso al blog de Irene Montalà remueve el corazón. Tiene otra entrada que dedica a Les Rambles: "Cuando era pequeña, ir a Las Ramblas de Barcelona era lo más emocionante que podía ocurrirme". Y ahora cuando pasea por esta calle barcelonesa y pasa delante la pizzería con lavabo en el sótano siente miedo. El final provocamás escalofríos. Le han quedado dos fobias: "La inseguridad de saber que a veces, estar rodeado de gente no es sinónimo de estar a salvo.  La segunda, soy incapaz de ir a un baño sola  en el que tenga que subir o bajar escaleras. Es un miedo irracional, pero no injustificado. Es un miedo que no quiero transmitir a nadie. Pero la realidad, es que como sociedad, tenemos muchísimo trabajo todavía. Estamos lejos, muy lejos de pensar que estamos seguras". Quedamos señalados todos, no sólo el violador sino los que cenamos en un local, oímos el grito de una mujer y seguimos comiendo el trozo de pizza.