Isabel Coixet ha hablado, y eso solo quiere decir una cosa: que está de promo, que busca casito. La directora catalana, unionista recalcitrante y antiindepe de pura cepa, acaba de presentar su último trabajo en el Zinemaldia de Donostia. Una adaptación de una novela de éxito de Sara Mesa, "Un amor". No destriparemos el contenido de la cinta, sus admiradores y espectadores ya se la encontrarán. No querríamos reventar la sorpresa y el placer que sienten delante de la pantalla, Dios nos libre. El único spoiler que haremos es que en ningún caso habla de política, ni de investiduras, ni de nada parecido. Cosa que, evidentemente, no es incompatible con el hecho de que vaya soltando perlitas que ni el ciudadaner más exaltado sería capaz de pronunciar. O sí. Que la lucha, en este campo, está muy reñida.

La Coixet explica en 'El Mundo' diferentes reflexiones sobre su obra, el feminismo y otras cuestiones. Muy bien. Es en el final del texto, liberada de la carga promocional, cuando Isabel hace de ella misma y desbarra contra sus enemigos ideológicos. Contra uno, en concreto. Lo hace después de explicarnos que está autoexiliada en el sur de Francia y que se mantiene alejada de la política. Pero solo un poco, no crean. Repite con insistencia que "he desconectado de la política catalana por supervivencia", pero en realidad debe querer decir que lo hace porque los suyos no mandan. Sean los que sean, que nos los imaginamos.

Y nos podemos hacer una idea porque el rastro de la cineasta en estos ámbitos no deja margen para la imaginación. Que tenga opinión no es el problema, claro. Lo que toca la fibra es el cinismo, la hipocresía, esconderse desde una supuesta autoridad intelectual y moral. Eso lo domina con creces. También va bien dotada de mala educación, para acabar de arreglarlo. Y la prueba de todo eso es el titular que regaló a sus parroquianos del diario de derecha extrema de referencia, cuando le dice al periodista que la investidura "me la 'refanfinfla'". ¿De quién se acuerda, sin embargo? De Carles Puigdemont. Y no precisamente en términos moderados ni elegantes. Todo lo contrario: "De repente, la llave de todo la tiene un pirado que vive en Waterloo. ¡Guau! Me han pasado tantas cosas que prefiero mantenerme al margen". Lo tiene todo. Insulta, es grosera, se hace la víctima, miente... Repugnante. Olé tú.

Isabel Coixet / EFE

Las palabras de la Coixet, evidentemente, no han quedado sin respuesta. Pero no en el sentido que le gustaría, por muy pasota y refanfinflera que asegure ser. "Patética", "catalanofobia", "guau, dijo el perro", "famoseta de izquierdas que preferiría un gobierno de PP y VOX", "cuéntanos más panfletitos". Coixet, siempre coja del mismo pie.