Isabel Pantoja y su hijo Kiko Rivera vuelven a estar en el ojo del huracán, esta vez por las negociaciones para transformar la icónica finca Cantora en un hotel de lujo. La situación económica de la tonadillera se ha complicado aún más tras la cancelación de varios conciertos de su gira, lo que la deja con una única salida: convertir su hogar en una mina de oro, aunque para ello tendrá que negociar con su hijo, quien posee un significativo 40% de la propiedad. La pregunta es: ¿será este el proyecto que finalmente los lleve a reconciliarse o a enfrentarse nuevamente?

Cantora: de santuario familiar a hotel de lujo

La legendaria finca Cantora, que ha sido el refugio de Isabel Pantoja durante décadas, podría convertirse en un destino turístico si las negociaciones con Kiko Rivera llegan a buen puerto. La cantante, asfixiada por las deudas y con su gira en peligro tras la paralización del contrato de patrocinio por parte del Cabildo de Gran Canaria, ve en Cantora una posible solución para su crisis financiera. A pesar de que ya se han abonado 53.500 euros por seis conciertos, la administración solo pagará por las actuaciones que realmente se lleven a cabo hasta diciembre, dejando a la tonadillera con pocas opciones para saldar sus cuentas.

Mientras tanto, madre e hijo han comenzado a discutir los términos de su acuerdo, barajando la posibilidad de convertir la finca en un hotel, aunque las dudas sobre cómo se repartirán las ganancias y quién se encargará de la gestión podrían complicar las cosas. “A ver qué hacen, quién se la queda, cómo se la queda, si hacen un hotel, si no lo hacen, si la alquilan…”, comentó el periodista Antonio Rossi en el programa ‘Vamos a ver’, quien también dejó entrever que Kiko está dispuesto a colaborar, pero sin asumir los excesos y las deudas de su madre.

La mudanza a Madrid y el adiós a Cantora

En paralelo a estas negociaciones, Isabel Pantoja ha decidido mudarse a Madrid, dejando atrás Cantora y buscando un nuevo comienzo en la capital. Se rumorea que la artista ha adquirido una residencia en La Finca, una zona que le trae recuerdos de su juventud, ya que anteriormente residió allí en un chalet que mandó construir a su medida en la década de los 90, aunque luego lo vendió. La compra de esta propiedad no ha sido un proceso fácil; Pantoja y su hermano Agustín pasaron meses buscando la casa perfecta, lidiando con desacuerdos sobre precios y características hasta que finalmente encontraron el lugar ideal con todas las comodidades que ella necesitaba: un gran jardín, piscina y amplias estancias.

La decisión de mudarse a Madrid podría ser más que un simple cambio de residencia; podría representar un nuevo comienzo para Isabel, alejada del peso de Cantora y de los conflictos familiares que han marcado su vida en los últimos años. No obstante, la mudanza también plantea una gran incógnita: ¿qué pasará con la finca que ha sido testigo de tantas alegrías y disputas? Si bien Isabel Pantoja está enfocada en su nueva vida en la capital, las negociaciones con Kiko Rivera aún están en una fase incierta, y cualquier decisión podría traer consecuencias inesperadas para ambos.