Desde que Isabel Pantoja se mudó a la exclusiva urbanización madrileña de La Finca, su vida ha estado lejos de ser un cuento de hadas. A pesar de residir en una casa de 1.000 metros cuadrados construidos y un inmenso jardín de 3.000 metros, la viuda de Paquirri no encuentra la felicidad en su nuevo hogar. Fuentes cercanas aseguran que la artista no se siente cómoda y ya está considerando abandonar la propiedad cuanto antes. Su hermano Agustín Pantoja, quien fue el encargado de seleccionar la residencia junto con el productor musical de Isabel, parece estar disfrutando a plenitud de todas las comodidades. Pero para la cantante, esta casa de diseño moderno, con escaleras de cristal y enormes ventanales, no es más que una jaula de oro.
Un hogar que no se siente como tal
Desde el primer día, Isabel Pantoja sintió rechazo por la mansión, y su incomodidad solo ha ido en aumento. Su corazón sigue en Cantora, la finca que heredó de Paquirri y que está a punto de vender. Aunque intentó hacer la nueva casa más acogedora trasladando muebles, cuadros y hasta utensilios de cocina desde Cantora, esto no fue suficiente para que la tonadillera sintiera la calidez de un verdadero hogar. A la intérprete de ‘Era mi vida él’ no le agrada en absoluto esta mansión, ya que no la hace sentir como en casa.
Su amor por los espacios tradicionales, con suelos de gres y muebles de madera, contrasta radicalmente con el estilo moderno de la vivienda que ahora habita. Lejos de disfrutar de su nueva residencia, Isabel Pantoja apenas sale de la casa. Su día a día se reduce a visitas médicas, después de trasladar su expediente hospitalario desde Córdoba a Madrid. Su aparición más reciente fue en Canarias, donde viajó de urgencia para apoyar a su sobrina Anabel Pantoja tras la hospitalización de la pequeña Alma.
Decisiones drásticas en el horizonte: el futuro incierto de Isabel Pantoja
Por otro lado, la falta de personal doméstico ha sido otro problema. Durante meses, ni Isabel ni Agustín contaron con ayuda en las labores del hogar, lo que sumó más estrés a su vida. Solo hace unos días, una fan cercana a la cantante fue contratada para asistirla de lunes a viernes. Sin embargo, esto no parece aliviar su situación emocional. Y es que, a pesar de la modernidad de la vivienda y sus incontables lujos, Isabel se siente atrapada en una especie de “cárcel sin barrotes". Sus allegados la ven apagada, desanimada y cada vez más convencida de que Madrid no es su sitio.
Mientras tanto, Isabel se enfoca en su gira americana y en la serie biográfica que, según rumores, le permitirá solventar sus problemas económicos. Pero, ¿logrará encontrar la paz lejos de Cantora o estará condenada a vivir en un hogar donde no se siente feliz? La incertidumbre sigue en el aire, y todo apunta a que la cantante no tardará en tomar una decisión drástica. Algunos especulan que podría mudarse a un lugar más cálido y acogedor, tal vez una villa en el sur de España donde el ambiente sea más afín a sus gustos. Otros, en cambio, creen que su corazón sigue atado a Cantora y que, si pudiera, no dudaría en quedarse en su querida finca.