Quedan solo dos días para la boda de Tamara Falcó e Íñigo Onieva. Está previsto que pasen por el altar para darse el “sí, quiero” este sábado 8 de julio. Sin embargo, a juzgar por lo ocurrido en los últimos meses, todo puede pasar de aquí al fin de semana. En cualquier momento podría saltar la noticia de que finalmente no hay boda.

En este sentido, cabe recordar que el pasado mes de septiembre, justo después de  que anunciaran su compromiso, salieron a la luz las imágenes de Onieva besándose con otra mujer en el Festival Burning Man que se celebra en Estados Unidos, tras las cuales se produjo la ruptura temporal entre la Marquesa y el empresario.

Un percance tras otro antes  de la boda entre Tamara Falcó e Íñigo Onieva

Al final la pareja volvió. Tamara perdonó a Íñigo y restauraron los planes de boda. Pero lo cierto es que desde entonces ha pasado de todo. Que si problemas con el vestido, que si accidentes inoportunos en el entorno de la pareja, que si el robo de las joyas… Todo ello amenizado con las declaraciones de una Policía Nacional que aseguraba haber tenido una relación con el novio entre marzo y abril del año pasado.

Tamara Falcó e Íñigo Onieva rtve
Tamara Falcó e Íñigo Onieva rtve

Cabe decir que Onieva no se escondió, reconociendo a Saúl Ortiz que la información era cierta, pero que ya lo había hablado (y zanjado) con Tamara cuando volvieron. Onieva le habría confesado todas las infidelidades, incluida la de la Policía Nacional, y que Falcó, como buena cristiana, se lo había perdonado todo.

Asimismo, tal y como informa 20minutos, Onieva está tomando medidas legales “por derecho al honor y a la intimidad contra N.L.. por hacer públicos asuntos que nunca deberían haberse expuesto ante la opinión pública”.

Tamara Falcó e Isabel Preysler marcan perfil a Íñigo antes de la boda

Así las cosas, según La Razón, Tamara le ha pedido a Íñigo que baje el perfil y deje a un lado su actitud arisca con la prensa mostrada en las últimas semanas. Llamó “psicópatas” a los periodistas de Socialité.

Pero Tamara no es la única que ha llamado la atención a Íñigo. Su futura suegra, Isabel Preysler, también le ha cantado las 40. Le ha exigido que no quiere ni un escándalo más y que se comporte, tanto antes de la boda como después. No tanto por él como por su hija y por ella misma. Está harta de que le salpiquen sus salidas de tono.