Ya está aquí, ya ha llegado. El documental navideño sobre Isabel Preysler está a punto de ver la luz. Hemos visto algunas secuencias de este formato que se estrenará oficialmente el próximo 5 de diciembre, y podemos asegurar que todo el mundo quedará contento. Los fans de la socialité filipina porque podrán adular cada detalle de su vida esnob y opulenta; los haters porque cada fotograma es peor que el anterior. También la protagonista, que factura como hacía tiempo que no conseguía. Ahora todo va al bolsillo de Tamara Falcó, ya era hora de hacer entrar dinero en la caja, que los regalos de Navidad no se pagan solos.
La llegada del formato vuelve a poner el nombre de la Preysler en todas las revistas y programas de televisión, claro. Se supone que es superinteresante entrar en su casa y verla en su cotidianidad. Ella, tan normal, tan natural, tan espontánea. Como tú, como yo. Desayunando "agua caliente con lima y unas vitaminas, zumo de pomelo, mi kiwi, pomelo otra vez y semillas de lino, que parece semillas de pájaro". Eso por la mañana, a la tarde organiza meriendas. La última, con un selecto grupo de periodistas, para ver los primeros capítulos de la serie y hacerse una idea de lo que dirán de ella en tertulias y columnas. Compra voluntades con unos manolitos, un té con pastas y cuatro canapés. Los palmeros pasan hambre, y ella los atiborra con turrón. Jugada maestra. Los invitados al aquelarre son privilegiados en la profesión, despertando recelos de quien se han quedado fuera. La venganza será destriparla. Aunque este pasatiempo no es exclusivo de cronistas. También hay famosas de su entorno que la odian. Con la boca pequeña fuera de los platós, pero enorme dentro de un estudio.
Por ejemplo, Carmen Lomana. Una rara avis dentro del mundo del lujo y el postureo español: la mayoría la considera una petarda, con perdón, a la que mejor tener lejos. Pero sea como sea, sigue sobreviviendo en este ecosistema, o al menos es lo que va vendiendo en espacios como el de Susanna Griso y 'Espejo Público'. La paliza que le ha propinado esta mañana es de época. No se ha dejado ninguna bofetada ni cuchillada, han caído todas de golpe. Algunas muy hirientes, y que recuerdan a las burlas de Mario Vargas Llosa contra su exnovia y también su hija marquesa. Dos ignorantes, incultas y petulantes. Vulgares. Y muy horteras. La Preysler, destruida.
Lomana prometía que no quería decir ninguna impertinencia sobre una conocida. Menos mal: "Como todo el mundo hace un documental sobre su vida, a mí ya no me interesa. Algo de curiosidad tengo, pero no mucha. Hay que hacer algo de lujo de verdad, no cosas tan vulgares... Desayunando con una bata estampada que hacía juego con la cortina..." Sobre la fama de la Presyler: "Es conocida del ¡Hola!, pero como persona, tampoco es tan conocida. Su popularidad se debe a ir del brazo de un hombre". Después, pasa a hacer otro tipo de daño: "¿Cuántos libros ha leído? Su nivel cultural es mediocre. No tiene un nivel intelectual apto para ser mi amiga". Imaginen por un momento que Carmen hubiera ido a la yugular. Le mentaría la madre. Con finezza, pero sin compasión.