Isabel Preysler no ha tenido mucha suerte en el amor, un poco como Tamara Falcó, ha heredado sus genes. La socialité no estaba acostumbrada a que la dejasen, normalmente era ella quien decidía cuando se acababa una relación. Descubrió las infidelidades de Julio Iglesias, todo un seductor, y decidió poner punto y final. Se enamoró de Carlos Falcó, pero tras dos años de relación y el nacimiento de su hija Tamara, fue ella quien supuestamente le fue infiel con su siguiente marido, Miguel Boyer, quien falleció. Con el cuarto no se casó, Mario Vargas Llosa, aunque fue el escritor quien la dejó por comprobar que son de mundos muy distintos.
Mario Vargas Llosa no soportaba el mundo de lujo y de cámaras que rodeaba a Isabel Preysler, lo veía demasiado falso y estaba cansado de jugar a ese juego. Hacía tiempo que ni tan siquiera se hablaban. Según él, por culpa de la madre de Tamara, estaba perdiendo su fama como escritor. En uno de sus relatos categorizó esta relación como un “enamoramiento de la pichula”.
En estos últimos meses se ha especulado con la posibilidad de un posible nuevo noviazgo, sin embargo Isabel Preysler ha querido desmentirlo. Según ella está muy enamorada de sus hijos y sus nietos y de nadie más. Ahora mismo es un tiempo para ella. A sus más de 70 años no descarta volverse a enamorar, pero ya no lo ve tan factible.
Tamara Falcó se ha convertido en la verdadera protagonista del papel couché desplazando a su madre. Ahora mismo el caché de Isabel ha descendido considerablemente, solo una nueva ilusión podría ponerla en portada.
Isabel Preysler, reunión con un grupo de amigos íntimos
Isabel Preysler se ha vuelto una mujer muy discreta, irreconocible, intenta esquivar a la prensa, esa que conoce tan bien. La de Porcelanosa se ve con un grupo de amigos sin que se enteren las cámaras, y entre ellos podría existir alguien importante.
“Hay una mujer en España que, sin ser reina ni presidenta ni consorte de nadie ni jefa de nada, es todopoderosa a su manera. Isabel Preysler, 71 años, lideresa vitalicia de la Preyslercracia”. "Pero no nos engañemos. Ni su belleza ni su exotismo ni su misterio, ni siquiera su inteligencia, explican por sí solos su permanencia. A su lado, Mario es un aprendiz de novelero. Isabel lleva medio siglo viviendo del cuento, vendiéndonos su propio relato sin conocérsele más obra escrita que su rúbrica en el libro de firmas de las tiendas Porcelanosa y en las exclusivas con el Boletín Oficial de su Estado, la revista ¡Hola! Y nosotros comprándoselo”, definió Luz Sánchez Mellado.
Según Luz, “apuesto que durará poco sola”. "Siempre hay una mora, o moro, verde con quien lavar la mancha de la mora madura”, dice. Ya se le relaciona con un apuesto hombre adinerado del que no se sabe nada más.