Cuando se habla de bodas mediáticas, pocos recuerdan que la unión entre Isabel Preysler y Julio Iglesias marcó un antes y un después en la historia de la prensa rosa española. Lo que parecía ser un cuento de hadas juvenil resultó ser un montaje calculado para impulsar la carrera del cantante y construir la imagen pública de quien luego sería conocida como “la reina de corazones”. Detrás de la ostentosa ceremonia del 29 de enero de 1971, en Illescas, Toledo, se esconde una trama que muchos desconocen: la boda no fue más que un espectáculo promocional.
Las imágenes de aquella jornada muestran una iglesia abarrotada, no precisamente de familiares y amigos, sino de periodistas, cámaras del NODO y admiradores. Según las crónicas, el caos reinó en el lugar, con fotógrafos subiéndose a los bancos y flashes que no dejaban espacio para la intimidad. En un giro insólito, los novios tuvieron que repetir el "sí, quiero" porque el ruido y el desorden impidieron que quedara registrado adecuadamente. Todo estaba orquestado para captar la atención mediática y reforzar la figura de Julio Iglesias, quien ya se posicionaba como una de las promesas de la música española.
El entonces manager del cantante, Alfredo Fraile, asumió que si Julio no podía proyectarse como un divo soltero, al menos podía casarse con una joven hermosa que atrajera todas las miradas. Isabel, quien ya estaba embarazada, parecía no tener más opción que aceptar. Ella misma confesó años después que se sentía profundamente triste aquel día: “El cura que nos casó a Julio y a mí declaró que nunca había visto a una novia llorar tanto en su vida, estar tan, tan triste”, reveló Preysler.
Un matrimonio marcado por infidelidades y manipulación mediática
Aunque la pareja intentó proyectar la imagen de un matrimonio perfecto, pronto comenzaron a surgir grietas en la fachada. Julio Iglesias, pese a profesar un amor apasionado hacia Isabel, no dudó en serle infiel con innumerables mujeres, algo que llegó a justificar como un supuesto "motivo genético heredado de su padre". A esto se sumaba su comportamiento machista y posesivo, que obligaba a Isabel a limitarse a su papel de esposa y madre, mientras él continuaba con su agitada vida artística.
A pesar de la frialdad en la relación, Julio no dudaba en utilizar la imagen de su familia para fortalecer su carrera, protagonizando innumerables sesiones de fotos con Isabel y sus hijos. “Tomábamos tanto el sol que a veces parecía un vestido andando solo”, declararía Isabel, en alusión a las constantes apariciones públicas que proyectaban una imagen idílica. Sin embargo, la realidad era muy distinta.
El fin de un circo mediático que dejó huella en España
En 1978, Isabel Preysler, cansada de las infidelidades y la presión, decidió separarse de Julio Iglesias. La noticia fue un escándalo, y la pareja optó por anunciarlo a través de un comunicado de prensa, algo poco común en la época. El matrimonio, que comenzó como una herramienta promocional, terminó con una ruptura igual de mediática. Hoy en día, esta unión sigue siendo un ejemplo de cómo las relaciones en el mundo del espectáculo pueden estar condicionadas por intereses más allá del amor. Isabel Preysler y Julio Iglesias no solo construyeron una de las parejas más famosas del espectáculo, sino que también sentaron las bases de lo que sería la dinámica de las parejas mediáticas en España. Un legado que, para bien o para mal, aún perdura en la memoria colectiva.