El clan Preysler vive una etapa frenética por sus idas y venidas sentimentales. Pasados los temporales de la infidelidad de Íñigo Onieva y la ruptura con Mario Vargas Llosa, ahora se han centrado en lo más importante: casar a la niña Tamara. La boda se acerca, parece que no hay más remedio. La marquesa se ha empeñado en convertirse en la señora de Onieva, llegando a perdonar una humillación pública. Un hecho que, evidentemente, no hizo nada de gracia a la matriarca filipina: ni los cuernos festivaleros ni tampoco la reconciliación. Por mucho que ahora sonría, enseñe la dentadura a lo Pantoja y haga de anfitriona de fiestas de pedida, algo nos dice que no lo soporta, como otros hijos de Isabel Preysler. De hecho, circula la teoría de que fue ella la correa de transmisión del famoso vídeo del morreo. También que sigue vigilando de muy cerca al redimido, esperando el patinazo final.
Tamara, sin embargo, se ha impuesto a su madre. Sobre todo porque la señora siente debilidad por a la ganadora de Masterchef, todo por mi hija. Está dispuesta a tragarse los sapos que hagan falta si la ve gritando feliz con su voz de pitufo pomposo. Mientras que su futuro yerno no la líe gorda, está dispuesta a todo. Incluso a cortar cabezas. Por ejemplo, la de un buen amigo de muchos años, el comunicador Boris Izaguirre. El venezolano ha sufrido la ira de la madre coraje, lo ha borrado de su vida y le envía un mensaje: no te molestes en poner pasta en la lista de bodas, no eres bienvenido. No tiene la invitación en su móvil. Y a menos de un giro copernicano, no la tendrá. Es la venganza para dejar a Tami con las vergüenzas al aire.
Isabel Preysler y Boris Izaguirre, relación muerta por Tamara Falcó
Vergüenzas que, por otra parte, la Falcó exhibe sin ningún tipo de miramiento. Sabemos que es católica, cristiana, devota. Y está muy bien. Su problema es otro, cuando no distingues la fe y la práctica religiosa con el integrismo, la radicalidad y la ofensa. Cuando Tamara, herida por la deslealtad de Onieva, se fue a México a participar en una conferencia del Congreso Mundial de las Familias, soltó por su boquita reflexiones lamentables, ofensivas y homófobas. Este adjetivo es precisamente el que utilizó Boris para reñir a la hija de su amiga VIP, sin imaginarse que sería su sentencia de muerte. Izaguirre tenía toda la razón y seguramente la Preysler lo sabe, pero verlo escrito en un diario como El País le hizo mucha pupa. Y su reacción fue fulminarlo.
Jorge Javier Vázquez, repaso al clan Preysler. Se despacha a gusto
El castigo ha tocado aquello a alguien que conoce bien a Boris, como también conoce lo que se cuece en casa de Isabel Preysler a pesar de no visitar Villa Meona. El presentador de televisión más famoso, Jorge Javier Vázquez, ha ajustado cuentas con todo el clan, uno por uno. A Onieva le dice que lo ha decepcionado y que se siente utilizado: le pidió un favor tras defenderlo públicamente y nunca ha respondido a su llamada. Ahora entendemos algunas cosas, la verdad. También lo considera un títere de Tamara Falcó, que es la que dicta con quién puede o no tener contacto. Y por último, el pack con la Preysler. Madre e hija son "unas ingratas" que "se han portado fatal" con Boris, un amigo fiel maltratado injustamente. Le recomienda que deje de pedir disculpas, no las merecen. ¿Por qué? "Porque tampoco son Vargas Llosa, no han escrito ningún libro". La ridiculización es sangrante.
Sálvame se apaga lentamente y lo echaremos de menos por cosas como estas. Con Ana Rosa todo será mucho más rancio.