Isabel Preysler, la icónica socialité conocida por su elegancia y glamour, vuelve a ser el centro de atención, pero esta vez no por su vida amorosa o sus fiestas exclusivas. A sus 74 años, la madre de Tamara Falcó ha sorprendido al revelarse que lleva dos prótesis malares debajo de los pómulos, un procedimiento que ha transformado por completo su rostro. Según expertos, estas prótesis, diseñadas para realzar el contorno facial, han dado a su expresión un aspecto artificial que ha dividido a sus seguidores entre la admiración y la crítica.

Se estima que Preysler ha invertido cerca de 90.000 euros en cirugías y tratamientos estéticos, incluyendo dos liftings faciales, una ciclectomía y varias rinoplastias. Sin embargo, son las prótesis de pómulos las que han acaparado la atención. Fabricadas con materiales biocompatibles como el PEEK, estas prótesis prometen rejuvenecer, pero en el caso de Isabel, el resultado ha sido calificado por algunos como "excesivo" y "poco natural".

¿Las prótesis malares son la clave del rejuvenecimiento o un paso en falso?

Las prótesis malares, aunque populares en el mundo de la cirugía estética, no siempre garantizan resultados armoniosos. En el caso de Isabel Preysler, los expertos señalan que su rostro ahora luce exageradamente marcado, lo que ha generado un debate sobre los límites de la belleza artificial. El objetivo de estas prótesis es corregir asimetrías y devolver volumen, pero cuando se abusa de ellas, el resultado puede ser contraproducente.

Además de las prótesis, Preysler ha recurrido a otros tratamientos para mantener su apariencia. Entre ellos destacan infiltraciones de bótox, un blanqueamiento dental valorado en 11.000 euros y una blefaroplastia para corregir el exceso de piel en los párpados. Sin embargo, son sus tres rinoplastias las que han generado más comentarios negativos. Con un coste total de 21.000 euros, estas cirugías han alterado su perfil nasal, recordando a los polémicos retoques de los hermanos Jackson.

Carmen Lomana no se muerde la lengua: "¡Qué mal operada está!"

Las críticas no solo han llegado de expertos en estética, sino también de otras celebridades. Carmen Lomana, conocida por su franqueza, no dudó en opinar sobre el nuevo rostro de Preysler durante una aparición en Mediaset. "¡Qué pena y qué mal operada está! Hay gente que está maravillosamente bien operada y otras que no", declaró Lomana, generando un revuelo en redes sociales.

Mientras tanto, Isabel Preysler mantiene un silencio absoluto sobre el tema. Para algunos, su falta de comentarios es una estrategia para proteger su imagen; para otros, una señal de que reconoce que los resultados no fueron los esperados. Lo que es innegable es que su rostro reconstruido refleja la presión que enfrentan las celebridades por mantenerse jóvenes y perfectas en un mundo obsesionado con la estética. La historia de Isabel Preysler plantea una pregunta incómoda: ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar en busca de la juventud eterna? Aunque su vida sigue siendo sinónimo de lujo y sofisticación, su rostro cuenta una historia diferente: la de una mujer que lucha contra el paso del tiempo en un mundo donde la belleza natural parece haber perdido valor.