Telecinco acaba de estrenar "La Isla de las Tentaciones", el reality presentando por la catalana Mónica Naranjo y que en 3 minutos de emisión demostraba que es un producto penoso, sexista, frívolo y más falso que una moneda de 13 euros. Una adaptación de "Confianza Ciega", mítico formato de parejas surgido en 2001, y que 19 años después es una prolongación de "Mujeres y Hombres y Viceversa" con más presupuesto y menos vergüenza. La cadena grande del grupo Mediaset no se atreve a producir una nueva versión de 'Gran Hermano' por el escándalo de la violación de Carlota, no sea que continúe la huida de anunciantes, y le ha cogido prestado el programa a Cuatro, ni que sea mientras buscan una opción mejor. Será fácil, porque el programa da penita, lo mires por donde lo mires. Ahora bien, eso no quiere decir que la audiencia de 'la cadena amiga' no se enganche a sus tramas, ni mucho menos. Tramas donde descubrimos a personajes como Gonzalo Montoya, el malo oficial de la edición, por machista, provocador y maleducado. Gonzalo, que sabe cómo ha acabado la historia (mal para él, claro está) se huele la tostada y calienta la historia en Twitter, haciendo spoilers y diciendo que no participará en las redes. Lo hace tuiteando y via stories. Qué coherencia.
El planteamiento del programa es el siguiente. 5 parejas sentimentales "ponen a prueba" la fortaleza de su relación en una isla del Caribe, donde tendrán que resistirse a los encantos de 10 hombres y 10 mujeres que harán todo lo posible por conquistarlos. "Conquistar" es sólo un eufemismo. En la isla van a saco. Las mencionadas parejas (y algunos de los seductores y seductoras) tienen pasado, presente o futuro televisivo, cosa que hace todavía menos creíble el show, pero sobre todo más burdo. Uno de ellos es el tal Gonzalo, exconcursante de 'Gran Hermano' y que participa con una ganadora del famoso concurso, Susana, con la que tiene una relación inverosímil. Y la estancia en la isla solo acentua esta percepción, porque son la mejor definición de impostura. Pero de aquí a quedar como un machista cavernícola, hay mucho margen. Margen que Montoya ha pulverizado con expresiones como "es mejor estar con un amigo o solo antas que todo el día con un 'Pokemon' al lado", diciendo que la joven es "una carga para salir de fiesta", haciéndose la víctima porque su chica gusta más que él, o hablando mal a una de las seductoras de que le quiere seducir (y que dará que hablar, Katerina): "Primera norma, no tocar, chiqui". Un perfecto caballero, pero no el de Pilar Eyre.
A falta de calidad televisiva, los espectadores (en Catalunya un total de 313.000, un 17% entre las dos cadenas) no abandonarán el nuevo reality hasta que Susana le mande a freir espárragos. Pobre aliciente, cierto, aunque "menos da un Pokemon". O más, que ya no lo tenemos claro.