El Delburgogate vuelve a coger impulso este fin de semana, con la publicación por parte del hijo del expresidente de Navarra de un paquete de 40 fotografías inéditas en una nueva cuenta en Instagram. Ninguna de las imágenes habla explícitamente del gran escándalo que sacude, a pesar de la omertà existente, a la Casa Real española: la deslealtad de Letizia Ortiz a Felipe VI. No hace falta, sin embargo, que Jaime aporte más pruebas. La ausencia de un desmentido inequívoco es palmaria, de la misma manera que los intentos de silenciar la bomba le otorgan todavía más verosimilitud. Por eso Del Burgo se dedica a compartir pequeños fragmentos de su intimidad: algunos de ellos inquietantes, otros crípticos, incluso surrealistas o de carácter familiar. Alimenta la bestia sin hurgar más en la herida de manera explícita. Un estratega, como su adorado Napoleón.

Desde el momento de la publicación de la famosa foto de la pashmina, Jaime del Burgo se sabe en el ojo del huracán. De hecho, sus mensajes anteriores, explicando con detalle su vínculo con la actual reina de España, pasaron más o menos desapercibidos. Se trataba de la acotación que hacía a Jaime Peñafiel, autor de 'Letizia y yo', su último libro y que contiene todo este arsenal contra Zarzuela y sus inquilinos. Escribía, antes de proceder a borrarlo todo, esto:"Las cuatro etapas respecto a la relación Letizia Ortiz y Jaime Del Burgo, son las siguientes: 1) Relación amorosa, de 2002 a 2004; 2) Amigos y confidentes, de 2004 a 2010; 3) Relación amorosa, duradera y continuada, 2010 y 2011; 4) Como cuñados, 2012 a 2016. Es la tercera relación la que termina abruptamente después de dos años, a los pocos meses de la renuncia de Letizia Ortiz como princesa de Asturias, divorcio de Felipe y el establecimiento como pareja en Nueva York, que era lo que habíamos planeado". En todo caso, que los excuñados habían tenido una más que bonita amistad era un secreto a voces. Silenciado por conveniencia, pero al mismo tiempo irrefutable. Muchos lo sabían. Especialmente en las altas esferas. Por ejemplo, en TVE.

Felipe y Letizia / GTRES

La etapa de la periodista asturiana en la televisión pública va acompañada de un personaje y figura relevante de aquella época: Alfredo Urdaci. Otro navarro, como Del Burgo, y muy próximo ideológicamente. Son muy de derechas, por no decir más allá. Urdaci ha pasado a la historia como el ejecutor de la maquinaria intoxicadora de José María Aznar, con el 11-M y la falsa autoría de ETA como máximos exponentes. Alfredo era el jefe de Letizia Ortiz. Su relación no era ni buena, ni fluida, ni idílica. Pero sabía muchas cosas de ella. Y calló durante años, aunque en alguna ocasión se le escaparan detallitos. ¿Por ejemplo? Su idilio paralelo al compromiso con el futuro Jefe del Estado.

Alfredo Urdaci y Letizia Ortiz / RTVE.es

Febrero del 2014, Twitter. Urdaci mantiene una conversación con el abogado Antonio Camuñas. Es impagable. Un usuario la transcribió en el mismo momento. Camuñas: "Hablando de "ella", me cuentan que ayer en un programa en Tele5 quedó claro que ya conocen la única historia que no se podía saber". Urdaci: "Cierto, pero entre tanto ruido, el asunto pasó desapercibido. Qué poca atención al detalle!!!" Camuñas: "Me temo que ya es sólo cuestión de tiempo que estalle el bombazo. Como si nos faltara algo para añadir en el cocktail..." Alfredo: "¡Y el problema es que la fuente es él mismo!" El abogado: "Eso ya es el colmo... En fin. Visto lo visto era inevitable que todo esto acabe como el rosario de la aurora". Urdaci remata: "Tampoco descartes que sean fantasías animadas de un ego desmedido!!!" Estaban muy encima del tema, no hay duda. Los tuits del interlocutor del periodista han desaparecido, pero no así las respuestas de Urdaci, que permanecen como zombis en la red. El pasado siempre vuelve. Para todo el mundo.

Tuit de Alfredo Urdaci, 2014 / X
Tuit de Alfredo Urdaci, 2014 / X