En Can Marichalar son muy fans del lujo. Lo llevan en la sangre, no lo pueden evitar. Jaime, exmarido de la Infanta Elena y padre de Froilán y Victoria Federica, se dedica profesionalmente: ha ocupado (y ocupa) varias posiciones en los consejos directivos de marcas punteras del sector. Un trabajo que se traslada a su indumentaria: su fondo de armario puede gustar más o menos, pero vale una fortuna. Le pasa a lo mismo a su hija pequeña: Vic se estima los bolsos carísimos, y le acompañan incluso cuando va a estudiar. ¿Quién quiere una mochila cuando puedes tener un 'luisvi' de mucho ceros?, debe pensar. En el caso de la joven, su afición nos sale por un riñón a los 'súbditos': evidentemente, no trabaja ni ha trabajado nunca, y vive de asignaciones y de los tejemanejes del abuelo huido, Juan Carlos. Las tarjetas opacas le permiten eso y mucho más, como caballos de pura raza, vacaciones interminables, cenas y noches de marcha a todo trapo...
Ahora bien, algo está cambiando, o no, en esta familia. Y es que Jaime ha decidido presentar en sociedad (la del lujo, queremos decir) a su hija, quizás intentando colocarla y que deje de vivir 'del cuento'. O cuando menos, que el cuento lo pague otro.
París ha empezado la semana del Alta Costura de la temporada otoño-invierno, y en la lista de invitados famosos hemos encontrado, precisamente, a la dupla Marichalar y Borbón. Victoria debutaba en esta pasarela de tanta importancia mediática, compartiendo espacio con otros miembros de la realeza europea, actrices y celebrities en general. Una cita para la que se pasaron horas escogiendo el mejor estilismo, con un resultado, cuando menos, sorprendente. Primero, por parte de Jaime: su barba empieza a tener dimensiones bíblicas. Las empresas de maquinillas de afeitar pasarán mucha hambre si dependen de la publicidad que haga el aristócrata. Y ahora que el uso de la mascarilla va de bajada, la podemos percibir en toda su enormidad. El pelo, sin embargo, no cambia: sigue con el fijador y el peinado 'pijo' y clásico de toda la vida. Tan clásico como el traje que llevó para la ocasión, y que chocaba estrepitosamente con el de su hija. Ella, con tejanos rotos, camisa blanca con una mitad por dentro de los pantalones, la americana tapándole los hombros y unos zapatos de tacón con unos 'pedruscos' bien chillones. Ah, sí, y un bolso de mano de 2900€, que no se nos olvide. Es su sello personal. Será que no entendemos nada de moda, ni de alta ni media ni baja costura, pero cuando menos nos hemos quedado espeluznados con la escena.
Vic ha sustituido a su madre, Elena, en las pasarelas y ya es una más en este opulento mundo. Se siente tan a gusto que, dicen, marca tendencia. ¿Cuál? El tiempo lo dirá.