A juzgar por la imagen que ilustra esta pieza, deducimos que Jair Domínguez tiene una lesión en la mano izquierda, enyesada. Pero eso no impide que pueda mover el dedo corazón arriba y abajo. El destinatario, en este caso, un país y una justicia, la española, que han vuelto a provocar vergüenza ajena con su decisión.
Se acaba de saber, por boca del mismo afectado, que el rapero leridano Pablo Hasel tiene diez días para ingresar voluntariamente en prisión: "Al final no ha habido solidaridad suficiente para detener eso que nos afecta a la mayoría que no tenemos garantizada la libertad de expresión". El pasado mes de noviembre el Tribunal Constitucional decidió no admitir a trámite el recurso de amparo presentado por su defensa contra la última sentencia de la Audiencia Nacional.
El escrito, ratificado por el Tribunal Supremo, lo condenaba a 9 meses y un día de prisión por enaltecimiento del terrorismo con el agravante de reincidencia y por injurias y calumnias a la corona y a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.
Inmediatamente después de la noticia, reacción masiva en redes. Que Hasel ingrese en la prisión mientras el rey fugado se ríe de los ciudadanos desde de Abu Dhabi, es, no sólo una incongruencia, sino un ejemplo paradigmático de la miseria moral que hay en España. Por no hablar de lo que cuesta mantener al emérito con todos los gastos pagados:
Indignación que sólo alguien como Domínguez podía resumir de manera más concisa, utilizando sólo 10 palabras, aunque con cuatro, las últimas, ya hubiera habido suficiente:
Pues eso.