El unionismo aprieta el acelerador en Barcelona. Gas a fondo para intentar sacar de la pista al ganador de las elecciones municipales, Ernest Maragall. La presión para que Ada Colau acepte el complot planteado por Manuel Valls, Cs y los intereses económicos y editoriales españolistas es incansable y produce milagros. Como el de "reconciliar" parejas rotas. ¿Un ejemplo? La ventana que el programa Todo es Mentira le ha abierto a Jaume Collboni, el socialista que fantasea con pactos contra natura.
El programa de Risto Mejide pertenece al catálogo de producciones de La Fábrica de la Tele, propiedad de Óscar Cornejo, el magnate audiovisual que creó Sálvame, entre otros programas, con quién contrajo matrimonio en el Consistorio barcelonés en el 2011. La fiesta fue de época, con 300 invitados al Salón de Cent entre los que destacaban personajes como Belén Esteban o la catalanófoba Mila Ximénez. La unión, sin embargo, acabó en 2016, y por lo que explican, no fue precisamente de forma muy amistosa.
El fin de la relación creó un abismo entre los dos. Pero el tiempo y los intereses particulares todo lo curan. Al menos esta es la impresión que muchos hemos tenido al ver al socialista charlando amistosamente con Mejide, y justificando la conjura para dejar Barcelona sin alcalde independentista: "Yo estoy por un pacto de izquierdas pro-Barcelona. Manuel Valls pone sus votos para facilitar la investidura, nada más". Claro, Jaume. Nada más, y nada menos. Los inocentes votos de Manuel Valls son una anécdota para la jefe del grupo municipal del PSC. El fin justifica los medios: "No quiero una ciudad al servicio del Procés". El repaso a Collboni ha sido unánime.
Sí, ya vimos a Jaume Collboni en el debate que Risto organizó durante la campaña de las municipales. Hubiera sido muy feo y muy evidente dejar fuera al exmarido por cuestiones personales, y peor tratándose de unas elecciones. Pero de aquí a repetir con tanta urgencia hay una distancia que, repentinamente, se ha acortado a la mínima expresión. Siempre estaremos a favor de que las parejas arreglen sus problemas de forma civilizada, faltaría más. Otra cosa es que sólo sea una tregua interesada para hacer realidad sueños compartidos: Echar al independentismo de Barcelona.