Más de 1000 mujeres han sido asesinadas a lo largo de este 2019 a manos de sus parejas o exparejas. Cifras espeluznantes que son una vergüenza para cualquier ser humano, sea hombre, mujer... o representante político. La realidad nos está demostrando, desgraciadamente, que este colectivo no cumple esta máxima. Tenemos ejemplos clarísimos con los retrógrados de VOX y, cada vez más, con sus aliados. Uno de ellos, el vicesecretario de organización del PP, Javier Maroto, que ha provocado el asco general al señalar el "verdadero problema" de la violencia machista en España: Las denuncias falsas, que según los datos oficiales no llegan ni al 0'1% del total. Lo ha dicho en TVE y se ha quedado tan ancho.
Los del PP ya se han quitado definitivamente la careta de la moderación y han tirado por la ventana los restos de juicio que quedaba en la formación antes de casarse con los de Abascal. Y ha tenido que ser Maroto, que aspira a arrebatarle el título oficial de "veleta" a Albert Rivera, el que haya expresado públicamente el giro ultramachista de Génova. Una genuflexión en toda regla a la extrema derecha, abrazando los inverosímiles e irresponsables postulados de VOX: "Uno de los principales problemas que tiene la violencia de género son las denuncias falsas. Muchas mujeres mal utilizan esa ley para obtener réditos de sus parejas o exparejas". No importaba que una tertuliana le recordara que está hablando de denuncias "ínfimas" respecto del total, y no digamos si las comparamos con el millar de mujeres muertas en 2019. Ha continuado, "erre que erre", no fuera que Abascal, Monasterio o el juez Serrano le llamaran al orden. La indignación y el asco con Maroto ha inundado la red, pidiendo su dimisión... y que vuelva a la caverna.
Maroto, el primer político gay del PP y que en varias ocasiones se ha presentado como la modernidad del partido conservador, demuestra que su respeto y empatía con las víctimas del machismo estructural es directamente proporcional al miedo de que sus socios ultras le dejen sin gobernar ciudades y comunidades autónomas. Una nueva infamia a añadir a su colección particular.