Javier Marías lo ha vuelto a hacer. El polémico escritor ha sacudido las redes sociales con su nuevo artículo en El País. Ha escrito sobre la proliferación de denuncias por parte de mujeres hacia hombres con poder, también conocido como el movimiento #metoo. Y lo que reclama en el artículo es la presunción de inocencia de los supuestos agresores, hasta que se demuestre lo contrario. Pero para hacerlo, ha utilizado algunos ejemplos que han sacado de quicio a más de uno. Ha escogido el explícito título de 'Ojo con la barra libre'... Toda una declaración de intenciones. Y el destacado inmediatamente posterior no se queda atrás: “Dar crédito a las víctimas por el hecho de presentarse como tales es abrir la puerta a las venganzas, las calumnias y los ajustes de cuentas”.
A pesar de celebrar que haya una rebelión contra los acosos sexuales de cualquier tipo, Marías derrapa al justificar todo lo que se ha destapado desde el caso Harvey Weinstein. “Ya hacia 1910 se acuñó la expresión “couch casting” (“casting del sofá”), para referirse a las pruebas a que los productores de Hollywood y Broadway sometían a menudo a las aspirantes a actrices (o a los aspirantes, según los gustos). En el despacho solía haber un sofá bien a mano, para propósitos evidentes. La costumbre me parece repugnante por parte de esos productores (como me lo parece la de cualquier individuo poderoso), pero en ella no había violencia. Se producía una forma de transacción, a la que las muchachas podían negarse; y una forma de prostitución menor y pasajera, si aceptaban”. El escritor sigue poniendo el dedo en el ojo y repartiendo collejas a los agresores a la vez que pone en duda el comportamiento de las agredidas: “Con frecuencia hay transacciones, compensaciones, pactos, beneficios mutuos que entran en juego. La índole de algunos es repulsiva, sin duda, pero cabe responder “No” a tales proposiciones. Y tampoco hay que olvidar que no han sido pocas las mujeres que han buscado y halagado al varón viejo, rico y feo, famoso y desagradable, poderoso y seboso, exclusivamente por interés y provecho”. Marías entra también a valorar el movimiento #metoo. Y lo hace criticando a los usuarios de las redes: “En esta campaña, se ha prescindido hasta del juicio. Las redes sociales (manipuladas) se han erigido en jurados populares, son la misma muchedumbre que exigió la ejecución de Jesús y la liberación de Barrabás en su día. Tal vez sean culpables, pero basta con la acusación, y el consiguiente linchamiento mediático, para que Spacey o Woody Allen o Testino pierdan su trabajo y su honor, para que pasen a ser apestados y se les arruine la vida”. Las reacciones de estas redes sociales que según Marías se han erigido en jurados populares, no se han hecho esperar:
Como colofón, Marías acaba el artículo lamentando que: “El resultado de esta “barra libre” es que las acusaciones fundadas y verdaderas —y a fe mía que las hay a millares— serán objeto de sospecha y a lo peor caerán en saco roto, haya o no pruebas. Eso sería lo más grave y pernicioso”. A juzgar por la reacción en las redes, seguro de que muchos piensan que lo que sería más grave y pernicioso es que Marías siguiera escribiendo artículos como este.