Si bien es cierto que seguramente los más jóvenes en nuestro país no tienen mucho conocimiento de quién es Javier Mariscal y, sobre todo, de quien fue Cobi, lo cierto es que el dibujante español fue el creador de una de las mascotas olímpicas más icónicas de todos los tiempos y que representó el espíritu de las olimpiadas de Barcelona de 1992 que tanto cambiaron a la ciudad y también al país.

Eso sí, como seguramente sí que saben todos aquellos que han seguido de cerca la carrera del dibujante, no todo desde entonces ha sido un camino de rosas. Es más, tal y como ha reconocido él en más de una ocasión, si bien es cierto que hubo un momento en el que se convirtió en todo un referente en su campo, ha habido momentos también en los que su situación económica ha sido más que complicada.

Los tiempos convulsos de Javier Mariscal que ya han quedado atrás

Como él mismo ha apuntado en varias ocasiones y por mucho que si situación actual es mucho mejor en este sentido, fue en 2008 cuando todo empezó a ir de mal en peor: “Entré en una depresión muy gorda y bueno, poco a poco vas saliendo de la depresión, pero claro, de la depresión, no de lo otro, no del problema con el trabajo", apuntaba en una entrevista en El Confidencial en 2015.

 

Iba más allá entonces asegurando que “Sigo estando en una situación precaria, precaria económicamente, con problemas de vivir el día a día. A mí no me importa, sé vivir perfectamente con nada, tengo amigos, puedo vivir en sus casas y no soy nada consumista, pero tengo hijos y eso es lo que te pesa mucho. Quieres que a tus hijos no les falte de nada, quieres pagarles un colegio que esté bien y que en el futuro, si quieren puedan ir a la universidad, o si tienen que ir al extranjero puedan ir".

Es más, llegó a asegurar que incluso había hecho de mantero: “Yo abro la tienda y ya no viene nadie, tengo que ir a la calle a echar una manta en el suelo y poner ahí sombreros y cosas, para ver si la gente viene y me compra. Y además, como soy ilegal, tengo que tener unas cuerdecitas atadas a la manta para cuando llegue la Policía tirar y hoop... salir corriendo".

Por suerte para el dibujante, esa etapa ya ha quedado atrás y ahora vuelve a gozar de una buena salud económica así cómo laboral, aunque, como ha apuntado en más de una ocasión, esa época dura le ha marcado: “recuerdo que tuve que tomar pastillas, ir a un psicólogo, que fue muy duro, pero no por la parte económica, sino porque éramos como una gran familia y, de repente, todos a la calle”.