A Javier Negre le gusta señalar. Le gusta señalar a aquel que piensa diferente a él, o directamente, a aquel que odia. Es lo que tienen profesionales que actúan de manera miserable. Lo hizo con los maestros de Sant Andreu de la Barca acusados injustamente, publicando sus caras anónimas que ningún juez no había ni imputado. Les quería criminalizar, ponerlos en una diana. Es el estilo de este pseudo-periodista.
El periodista de El Mundo, colaborador de Ana Rosa, ya recibió de lo lindo después de inventarse y falsear datos de una entrevista a una víctima de violencia machista. La justicia condenó al farsante y al medio por publicar entrevistas que nunca se produjeron. Pero este personaje es muy peculiar: mientras más en entredicho quede su imagen, más necesidad tiene de menospreciar al de al lado. Negre es feliz buceando en la basura, y a la mínima que ve una rendija, se mete de pleno. Ahora, el objeto de las obsesiones es Xavier Fortes, de TVE.
Mirando TVE, suponemos, que para encontrar munición, observa como el programa matinal que informa sobre el coronavirus, se hace eco de lo que ha visto una ex trabajadora de la televisión pública, un invitado concreto. Negre, rápidamente, se llena la boca con el término manipulación, y acusa directamente a Fortes:
La respuesta que le ha dedicado el periodista de TVE a Negre es de las que hacen época. No sólo le vuelve a llamar mentiroso, sino que además lo tilda de desinformado, de reincidente, de condenado, de mal profesional, de chantajista y de asno. Lo que vendría a ser un sopapo con la mano abierta:
Negre, herido en el orgullo, intenta hacer de listillo, pero vuelve a hacer el ridículo con el argumento que utiliza para echarle en cara a Fortes. La red, sin embargo, tiene claro qué pensar:
Qué Negre lo siga intentando. Ya nadie se lo toma en serio. Cuanto más busque las cosquillas, más se le girará en su contra.